Thamara López | Escritora

A mis 13

Que de cuentos tenemos ella y yo, conversaciones hasta las 3 am que terminaban en “Yo respeto tú opinión pero no la comparto”, escapadas con o sin novios, robadas de carros cuando apenas me llegaban los pies a los pedales, insolencias varias, le decía “maquiavélica” cuando no me dejaba ir a alguna fiesta, uy, que de cuentos tenemos ella y yo, o mejor dicho, nosotras tres, mi madre, mi adolescencia y yo. Por supuesto la hermosura de respuesta de “yo respeto tú opinión, pero no la comparto” era de esta muñeca a sus 13 años ante su cansada madre que no hallaba qué hacer conmigo, no estuve fácil de pana! A Dios gracias que yo no pagué como madre las que hice como hija, porque a pesar de que jamás lo hubiese hecho, creo que ganas si me hubieran dado de devolver a una carajita como yo, algo así como “no me la pueden cambiar? Es que vino como defectuosa”. Uy no, inmamable fue poco, eché toda la vaina que pude, que quise, y la que se me ocurrió! La peor parte era esta, la que se me ocurría, porque vaya que era ingeniosa para salirme con la mía. Cuando tenía 14 años, tenía un novio que tenía 19 años y vivía en Caracas y venía para Acarigua a visitarme, pobres padres míos, y bueno, mi mamá cuando él llegaba, en lugar de dos ojos, ella tenía diez y encima de mí intentando sin mucho éxito cuidarme de las cosas que uno hace con los novios.  Yo no encontraba la forma de escaparme con mi novio grande, grande de edad y de tamaño, medía casi 2 metros, y bueno, con mi ingenio que nunca me ha abandonado, me lo llevé para el techo de mi casa, en Acarigua, ciudad donde la temperatura son 40 grados centígrados bajo sombra, y yo arriba en el techo sobre las tejas! Esa vaina era como para derretirse, pero yo estaba segura que mi inocente madre ni de vaina me iba a encontrar ahí, cómo se iba a imaginar mi mamá que yo estaba con mi novio en el techo de la casa en Acarigua haciendo cositas?  Para la felicidad de mi madre, y ya luego verán por qué, me casé a los 18 años, y antes de casarme tuve 14 novios, ni a mi me da la cuenta, no logro despejar la “X”, es de las cosas favoritas que usa mi sobrina Valentina para joderme. Muchas veces me ha dicho “Tía, tú tuviste 14 novios en 4 años!” así como que, no me jodas Tía! mis pobres padres estaban tan cansados de mis jodiendas, que me dejaron casar con el novio con quien tenía 2 meses de noviazgo, hasta pensaron que estaba embarazada, pero no, fue un amor como soy yo, arrollador, y yo me dejé arrastrar feliz de la vida cuando el padre de mis dos hijos me pidió matrimonio a tan solo 15 días de noviazgo, como les mencioné en mis líneas de presentación, realmente he tenido una vida más divertida que dramática.  Recuerdo cuando le dije a mi mamá que me iba a casar, mi madre que es la compostura hecha ser, me dijo mirándome a los ojos con una mezcla de molestia y preocupación pero también de un profundo alivio, me dijo “Ay si, cásate, no te lo cuido más!!” mi mamá siempre dice que el peor trabajo de la vida es cuidar traseros, que ella hizo el curso dos veces y la rasparon, pero que va, mi hermanita no jodió ni la cuarta parte, no es justo que la metan en el mismo saco que yo.  Pero la verdad es que a mi todo, en medio de la improvisación, y de lo arriesgada que fui y sigo siendo en ese aspecto, todo me ha salido muy bien, Dios ha sido amoroso, Él siempre me ha cuidado y la verdad no tengo absolutamente nada que lamentar de mi prolífica y divertida vida amorosa o relacional. Mis dos increíbles hijos nacieron de un gran amor, creo que del único hasta ahora de hecho, nacieron de mi matrimonio, que pese a que Luis Eduardo y yo nos jugamos el talonario completo de la rifa para que eso no durara ni 6 meses, éramos muy jóvenes, bastante inmaduros y sin dinero, pues estuve casada 9 años con el padre de mis dos hijos, y es un padre maravilloso, presente y amoroso, super presente diría yo, así que escogí muy bien al padre de mis hijos a mis 17 años, porque cuando le dije que si, aún no había cumplido los 18.  Cuando salí embarazada por segunda vez le dije al padre de mis hijos “Quiero que sepas que sí es varón, me voy a cortar las trompas, estamos de acuerdo?”, ya teníamos a Mariandrea, casi 4 años tenía nuestra hija ya, y bueno el padre de mis hijos dijo que si, pero solo si y solo si era varón, me autorizaba a cortarme, por cierto, que locura que una mujer necesite autorización de su esposo para eso. Y bueno, cuando yo tenía 6 meses de embarazo fuimos a la consulta y el médico nos dió la gran noticia de que era varón, a lo que yo me siento en el escritorio del doctor y le digo “Dr, vamos a hablar del corte de trompas” y el Dr me mira asombrado y me dice “Hija, que edad tienes tú?” y yo “23 años Dr, pero yo no soy un conejo para andar de paridora, además yo peleo mucho con este gordo, y yo no quiero los Rojas López, los Gonzalez Lopez y los Perez Lopez, yo me quiero cortar, no quiero tener más hijos, ya tengo a mi hija y tendré a mi varón, para que más?”. Bueno, esa conversación tardó como 3 horas, el Dr tratando de convencerme de que yo era muy joven para decidir eso, y me dio todas las fatídicas razones por las cuales yo quizás me podría arrepentir… Seguir leyendo A mis 13

El hombre de mi vida

El hombre de mi vida … El hombre de mi vida no me llama mi amor, aunque llevo amándolo mucho tiempo, 26 años ya, fue increíble lo que sentí cuando lo vi por primera vez, no tuve dudas, dije, “él es y será siempre el amor de mi vida” lo miraba por horas, lo contemplaba como quien no se cree la inmensa suerte de tener algo tan hermoso y valioso enfrente, él es todo un caballero, carga mi cartera cuando caminamos en algún centro comercial, me abre la puerta del carro, me rueda la silla cuando vamos a comer a algún restaurante, nunca más me dejó pagar la cuenta y me siento segura y amada a su lado. Hemos tenido malos tiempos, malos momentos, como todos los grandes amores, pero siempre han habido rápidas reconciliaciones entre los dos, a mi se me olvida casi de manera inmediata cualquier cosa que me haya podido hacer, mi memoria con él es amorosamente selectiva, solo me queda la imprenta de lo bueno, del amor, del cuidado, de la protección, de la ternura y de todo lo bueno y hermoso que él me ha hecho vivir durante 26 años. El es un hombre de esos que parecen sacados de un cuento, es todo un príncipe, es hermoso, guapo, noble, fiel, proveedor, trabajador, honesto y muy familiar. Siempre huele bien, siempre le sonríe a la vida, trabaja feliz y siempre encuentra algo bueno en cada situación. No soy la única mujer que lo ama, es absolutamente normal que un ser humano como él, pueda derretir a varias mujeres al mismo tiempo, y todas lo sabemos y lo compartimos desde el amor y la gratitud de tenerlo en nuestras vidas, no hay manera de celarlo, o mejor dicho, no hay derecho de hacerlo, él sabe darle su justo lugar a cada quien, así que todas estamos felices. Él es absolutamente respetuoso, siempre lo ha sido, la mujer que le entrega su corazón puede estar segura que ese corazón será tratado con dulzura y rotunda lealtad, siempre ha sido así, es así, y así será por siempre, porque los valores del hombre de mi vida son inquebrantables, casi de no creerse. El hombre de mi vida desde que era casi un niño comenzó a trabajar, y lo hizo con total responsabilidad y disciplina, sus jefes lo observaban incrédulos de que un jovencito de 13 años pudiera desenvolverse tan bien atendiendo público, manejando una caja registradora, etc, al punto de que a los 17 años se había ganado a fuerza de trabajo el puesto de gerente de ese local donde trabajaba. Trabajó en esa empresa por 10 años, y a los 23 años se fue a otro país y a las 2 horas de haber llegado a esa nueva ciudad, ya estaba trabajando, y se mantuvo haciéndolo 18 horas al día por 6 meses, y en ese tiempo ahorró y se convirtió en el apoyo económico de toda su numerosa familia. Siempre fue muy maduro, desde los 17 años dijo que quería hacer con su vida, a que edad se quería casar, él siempre tuvo todo muy claro. A los 24 años se casó, y es el mejor esposo que yo haya conocido, es amoroso, fiel, proveedor, no es fiel en realidad, es rotunda y estruendosamente fiel, hace feliz todos los días a la misma mujer, la respeta, la honra, la ama, la hace reír, la provee, no solo la ama a ella, también ama a su familia, y, si, es verdad, el hombre de mi vida no me llama mi amor, pero yo sigo disfrutando de este amor desde hace 26 años, y la razón por la que no me llama mi amor, es porque me llama “madre querida”.

Sí te duele la cabeza, que no te duelan los cachos

Tercera entrada … Las mujeres deberíamos dejar de sentir vergüenza o pudor, por decir que en algún momento de nuestras vidas, deseamos lo que pareciera estar reservado solo para los hombres, reconocer que solo queremos divertirnos, pasarla bien, tener con quien conversar, a quien escribirle, con quien tomarnos un café, con quien hacer el amor y ya! No todas andamos buscando príncipes que se arrodillen cajita en mano, no todas queremos dejar un cepillo de diente en otra casa ni que dejen un boxer en las nuestras. Rotunda molestia siento cuando nos encasillan a todas las mujeres en el personaje de que estamos todas absolutamente desesperadas por casarnos o “amarrar” un hombre, la verdad me parece hasta ofensivo.  Culturalmente, al menos por estos lados, la que “triunfa» al casarse es la mujer, quienes también al parecer venimos con fecha de vencimiento para el vestido blanco y el “tan tan ta tan”, y las innumerables películas «románticas» con esta temática nos recuerdan la presión social y familiar, primero porque nos casemos, después por la barriga y luego por el segundo porque a juro hay que parir al hermanito, y eso nunca para, carajo, dejen vivir! Ah y lo increíble es que ese acoso va direccionado solo a las mujeres, mientras los esposos están en el patio bebiendo cervezas, haciendo la parrilla y muertos de la risa, si ven porque los hombres se enferman menos y son más felices?. Por su parte el hombre, en este escenario matrimonial, espera en el altar, mientras murmura mentalmente “la felicidad no puede ser para siempre, en cualquier momento había que casarse, y aquí voy” cuando la verdad es que si observamos la cotidianidad de la mayoría de los matrimonios en latinoamérica, la que lleva el mayor peso de las labores diarias no sólo domésticas, sino incluso a nivel emocional y familiar, es la mujer, así que mis estimados hombres, que me caen del carajo y los amo, aquí lo que hay es una unión de mutuo beneficio y entrega, nadie se ganó un oscar ni a nadie mandaron a la hoguera, deberíamos estar felices los dos y sino, pues que no haya vestido blanco ni mártires en el altar! Ahora vamos al panorama opuesto, al panorama donde es el hombre el gran vencedor y el único que supuestamente disfruta, y la mujer la gran sacrificada de la historia, en el sexo! Amiga mía, quien te dijo que a ti “te cogen” como quien agarra un mango de un árbol? Así como que te obligaron, como que te jalaron de la mata sin consentimiento! Sí escuchamos a un hombre cuando cuenta entre amigos un encuentro sexual, en el 99% de los casos, es con una risa, un disfrute, a veces casi un logro y el 1% restante, pues alguna vaina jocosa le pasó, así que también lo cuenta como algo divertido y muerto de la risa. Pero muchas mujeres, yo me excluyo de ese lote muy categóricamente, ven el sexo como un sacrificio, como algo que se hace porque no queda de otra, que no se disfruta y que hay que evitar a toda costa con dolores de cabeza inventados! Amiga, si te duele la cabeza, ¡que no te duelan los cachos! porque así como para nosotras el amor y la protección es una necesidad primaria, el hombre necesita respeto, aprobación, y sexo! Bueno, yo levanto mi mano sin timidez para decir que yo también disfruto un montón y también necesito una vida sexual activa y satisfactoria, eso a veces, y aunque de no creerse a estas alturas, año 2021, decirlo abiertamente podría dar las señales equivocadas para las pequeñas mentes que “piensan” que el sexo solo le gusta a los hombres, pero la vaina es que cuando me toca elegir entre ser sincera, o políticamente conveniente o socialmente apropiada, siempre elijo lo primero, y después que no digan que no se los advertí. Además, ¿por cuánto tiempo podemos sostener un comportamiento o una pose de quien no somos? Las “pérdidas” tempraneras por ser quienes somos son mucho menos dolorosas y absolutamente efímeras, además que  quedarse desde el sacrificio, el esfuerzo y la apariencia, es muy agotador y aún más efímero que lo primero. No hay nada malo en dar, jodido está el que no sabe recibir, quien desnuda su alma es un valiente, y quien contempla esa hermosura es un afortunado. Cuando dándolo todo no he sido valorada, me da una calentera que dura muy poco, luego me preparo un café, me siento, y espero pacientemente, y efectivamente llega, llega el momento del arrepentimiento, la buena noticia es que la arrepentida no soy yo. 

Amores breves

Amores breves pero intensos, que se disfrutan, que se quedan aún en la ausencia.

Soy mamita y soy madre querida, la felicidad de tener una hija y un hijo

Tengo 2 hijos, mi hija me dice mamita, mi hijo, madre querida. Hoy me siento a tomarme un café contigo para contarte sobre mi título de mamita, de mi relación más perfecta, de mi conexión más genuina y duradera, de mi hija … A sus 17 años mi hija me dijo «Mamita, yo no soy un árbol, me puedo mover, y lo que quiero hacer con mi vida es viajar». Diez años después, eso hizo, irse a recorrer el mundo. Hace poco me dijo «Mami, el que viaja nunca deja de hacerlo» así que me sentaré, la observaré, y diré «Ahí va ella de nuevo alzando vuelo, descansó por meses en casa, en su tierra, en su país que tanto ama y se lo goza. Y de nuevo, tendrá de mi el amor, el apoyo y lo más importante, mis bendiciones. La presencia de mi hija es única, ella simplemente está, al hablarle todos sus sentidos están en ti, no mira su teléfono, en ocasiones hasta lo apaga. Ella amorosa e intencionalmente ha cultivado la gran virtud de estar en el momento presente, de estar en el aquí y en el ahora. Ese es sin duda, el mayor regalo que mi Mariandrea sabe dar. Es atrevida aunque no lo parece, en realidad ella no presume de lo que es, de lo que sabe, de lo que ha vivido, simplemente exuda cultura, mundo, lectura y sencillez. Ella no es perfecta, aunque a mi me cuesta verle el defecto. Mi hija hace de toda imperfección, un espacio de crecimiento, y cuando ella crece, crezco yo y todo aquel que esté cerca de tanta grandeza. Lo que sabe y cuanto crece es permeable para mi, me baña de su sapiencia en cada conversación, y no sé si sacar provecho de lo que me dice, o quedarme embelesada en la gratitud por la hija que Dios me ha regalado.  Cuando agarra su mochila me pregunto varias cosas, ¿Como puede ser tan valiente? ¿Como no se pierde en el metro de las grandes ciudades? anduvo por 15 países y más de 30 ciudades sin un smartphone, ¿como lo hizo? ¿Quien le enseñó tanto arrojo? Y ¿como hace para recorrer el mundo con una mochila sí cuando viene de su casa a la mía se trae un perolero?. Es que ella puede y sabe aligerar no sólo su equipaje físico, sino también el emocional, mi hija ama profundamente a toda tu familia, pero no extraña a nadie a morir, ella siempre está donde está. Quien la tiene enfrente realmente la tiene, tiene su mirada y tiene su ser ahí, presente. No son muchas las video llamadas que recibo de mi hija cuando está de viaje, pero son todas las bendiciones las que ella recibe de mi siempre, y especialmente cuando anda por el mundo. Cuando mi hija ha viajado por el mundo, mis amistades siempre me preguntan, “¿Mariandrea anda sola?” y yo siempre respondo “No, va con Dios, mis bendiciones y ella misma, que siempre ha sido su mejor compañía”, no cualquiera logra hacer de sí mismo su mejor compañía. Hubo tiempos en los que Thamara me caía realmente mal, hoy también soy mi mejor compañía. Eso toma tiempo, aceptación, amor, y en mi caso también hablarme al espejo y regañarme, algo así como “epa Thamara, ¿pero qué te pasó?” y en esos espacios a veces de días a veces de meses, mi hija siempre es luz, serenidad y especialmente ella es amor incondicional para mi. A veces me pregunto sí será por ser su mamá que la veo así. Pero luego observo su entorno, y veo que todos la aman, que todos valoran su presencia, procuran su cercanía, la escuchan atentamente, la admiran, y digo, wao, sí, es mi hija, no es mi parcialidad, no es mi amor de madre, no es porque la parí, ella es así, única, presente, sencilla, con la mayor empatía que he visto en un ser humano, generosa y amada, muy amada.  Toda línea queda corta para describir tanto amor y admiración, mi mayor curiosidad será siempre, ¿como pudimos su papá y yo formar a un ser humano tan increíble? Después de todo, no hay curiosidad, sino la certeza, de que fue Dios.

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