Thamara López | Escritora

Feliz día de las madres

Supe que iba a ser mamá cuando acababa de cumplir 18 años, nunca me gustó jugar muñecas, me gustaba patinar y las pistas de carro, siempre me encantó manejar, por eso tan pronto me llegaron los pies a los pedales, me robé el carro de mi mamá, a mis 12 años. Cuando supe de mi embarazo, lloré y no de emoción, me dio un susto muy grande, no le había cambiado un pañal ni a una muñeca, y ya venía en camino una muñeca de verdad verdad . Mi primera muñeca fue mi hija, fui una niña sosteniendo a otra niña en sus brazos, cuando veo mis fotos con mi hija pequeña, me sorprendo de lo pequeñas que éramos ambas. Al principio de la maternidad todo es un trajín, no hay mucho tiempo de pensar ni de planear, son meses agotadores en donde el día a día nos atropella. Todo el día se va en cambiar pañales y dar teta, y cuando queda un tiempito, en contemplar cada novedad, un nuevo gesto, una sonrisa, un balbuceo, que ya se sienta, que ya toca darle alimentos sólidos y así se pasa el primer año.  El segundo año es aún más movido, los bebés comienzan a caminar, a hablar, son más impetuosos, demandan más tiempo y atención. Vienen las primeras tremenduras, y las primeras caídas, por mucho que los cuidemos, siempre se caen y el sufrimiento y la culpa que sentimos son enormes. El tiempo vuela Luego, y con la sensación de haber dado un salto cuántico, o de haber viajado en la máquina del tiempo, ya han pasado 33 años desde aquel primer día de las madres. Ya no hay que salir corriendo a comprar foamis ni cartulinas, ni tampoco ir a la dirección del colegio porque hicieron alguna tremendura. Ya no se buscan boletas, no hay actos del día de la madre, y ya no te regalan tarjetas de foami escritas con una letra choretica y tierna. De repente te dicen “madre, cierra la puerta contigo afuera” frase que escuché por primera vez en la adolescencia de mi hijo, porque cuando me decía madre por favor cierra la puerta, yo me quedaba dentro de su cuarto y me reía.  Entonces mi hijo sabía que debía especificar porque sino su madre “pegoste” se quedaba adentro del cuarto con él. Ese mismo período de adolescencia lucía diferente con mi hija, fue más tranquilo por su carácter sereno, mi única preocupación era que le gustaba el rock e iba a los conciertos que siempre eran a 400 Km de casa. Al primer concierto la llevé yo, fue en el poliedro de Caracas, y recuerdo el pavor que sentí cuando dejé a mi hija haciendo la fila con hombres barbudos y tatuados, yo solo pensaba ¿qué hace mi bebé aquí? Recuerdo también, muy especialmente una conversación con mi hija en esos tiempos, un día Mariandrea me dice “Mami, el suelo está muy desacreditado, el suelo también es un lugar para colocar cosas”. Me reí muchísimo, y todavía hoy hay muchas risas en mis conversaciones con mi hija. Ya se pueden imaginar como estaba el suelo del cuarto de mi hija, y la verdad eso jamás me molestó, llegado un límite le decía que lo arreglara (límite tipo ya la puerta no cerraba ni se veía de qué color era la cerámica del piso). Mi maternidad fue más amorosa que rigurosa, yo no me ocupé tanto en que fueran ordenados, siempre me enfoqué en darles amor, y como madre me propuse dos pilares: que mis hijos tuvieran a Dios en su corazón y que fueran felices. Hoy, sé que mis dos anhelos como madre, se han cumplido. Disfruté tanto el tiempo de mis hijos en casa, fueron tantas las risas, y los buenos momentos, que el día que se fueron, en medio de la añoranza, sentí mucha felicidad de verlos crecer, madurar y prosperar.  El amor de madre ha sacado lo mejor de mí, soy una versión muy mejorada de mí como mamá, y pensaba yo, ingenuamente, que ya mi corazón se había expandido a su máximo potencial.  Pensaba yo, que ya había amado hasta lo máximo que se puede amar, porque, ¿a quien se puede amar más que un hijo? Y llegó Kira Marzo 2022, me entra una videollamada, con una cara de mi hija que no conocía, preocupada, sorprendida, temerosa, igual a la cara que seguramente puse yo a mis 18 años, y me dice “mamá, estoy embarazada”. En ese instante, con mi amor de madre la acompaño en el susto, pero en realidad solo quería saltar de emoción. Mi sueño más grande de los más recientes años, se había hecho realidad.  Fui la mujer más feliz “de closet”, me quedé solo siendo la mamá de una hija asustada por la noticia. Pero por dentro, solo había una felicidad indescriptible, iba a ser abuela, ya venía en camino mi nieta soñada.  Siempre anhelé tener una nieta, una nieta hija de mi hija, y a pesar de que solo tenía la información del embarazo, ya en mí habitaba la certeza de que mi nieta venía en camino. Mi yerno apostó conmigo, me dijo que sería varón y yo le dije que no, que sería niña. Apostamos 100$ y yo le dije “Jack, tendré a mi nieta y mis 100$, ya lo verás”, y así fue.   Y ahora en todo veo a mi nieta, a veces no sé si estoy derretida de amor por Kira, que tiene unas caritas y unos gestos que no dejo de captar en fotos y en videos. O si estoy contemplando a mi hija siendo mamá. No sé que me enternece más, si saber la maravillosa madre que tiene mi nieta, o el amor rotundo y robusto que siento por mi Kira. Con Kira he estado en muchos primeros momentos, el más especial el día que nació, yo entré al quirófano, escuché su primer llanto, vi a mi hija enmudecida cuando le pusieron a su hija en el pecho.… Seguir leyendo Feliz día de las madres

Los hijos inservibles no existen, los padres inservibles sí

Los hijos inservibles no existen, los padres inservibles sí. Esta premisa me surgió hace 2 días, durante un debate apasionado en Instagram luego de un comentario, hasta jocoso, que hice. Resulta que una “influencer” no tuvo mejor idea que comentarme, que si a los hijos se les dejaba una herencia, se convierten en inservibles.  Yo en realidad monté en cólera, y le dije que esperaba que sus hijos no leyeran ese comentario, y al final le escribí “por cierto, los hijos inservibles no existen, los padres inservibles sí”. Los padres inservibles sí existen Y fue así como nació este artículo, desde un acalorado contrapunteo en la cuenta de la esposa del influencer @vendecomopro. De hecho, Alexander (@vendecomopro) quiso intervenir en el debate, defendiendo a su esposa, y hasta aludió a mis hijos. Y con motivo de éste fértil espacio para reflexionar que generó esta controversia en mí, les quiero narrar la reflexión que esto me produjo, y mencionarle las características que en mi opinión tienen “los padres inservibles”: Podría continuar, pero con estas ya podemos establecer relaciones con otros comportamientos que sin duda alguna los deja en la categoría de padres inservibles. Haber leído que una mujer, que es madre, se expresa así, aunque fuera hipotéticamente de los hijos, me produjo una ira inmensa, y como siempre, y por fortuna, en la escritura tengo mi refugio, mi paz y mi desahogo más noble. La inspiración puede venir de cualquier lugar, hasta de un comentario en Instagram. Creo que esta vez se me hizo más real que nunca la frase “quien tiene un hijo, tiene todos los hijos del mundo”. Las creencias limitantes que sembramos en nuestros hijos cuando los invalidamos, los juzgamos o los cuestionamos, son la raíz de todos los males en la adultez. Ayer, escuchando una entrevista que le hizo Lewis Howes a Marisa Peer, ella contaba el caso de una de sus pacientes que sufre de narcolepsia (trastorno crónico del sueño que consiste en episodios de somnolencia extrema durante el día). Durante la terapia, la paciente le contó que su mamá le decía cuando era niña “eres un ángel, eres perfecta, porque siempre estás durmiendo, tu hermano no duerme, es el diablo, me está matando”. ¿Sí ven lo mucho que podemos impactar a nuestros hijos con lo que les decimos? Yo primero me corto la lengua antes de decirle a mis hijos, y ahora a mi nieta, que algo que hagan podría convertirlos en inservibles.  El amor de padres debe ser lo más parecido al amor de Dios, debe ser incondicional. Siempre les dije a mis hijos, que no había manera, que no había ninguna posibilidad, de que yo los dejara de amar. Estudiaran o no, sacaran buenas notas o no, ordenaran sus cuartos o no, yo igual los amaría incondicionalmente. Antes de tener hijos, luego ya no hay opción, evalúa si estás en la disposición y el deseo de amar incondicionalmente, de no ser así, no traigas al mundo seres humanos para hacerlos infelices. Nunca supe hasta donde podía amar, hasta el instante en el que me pusieron en el pecho a mi hija.  Nunca imaginé hasta donde se podría expandir mi amor, hasta que mi hija tuvo a su hija y me regaló a la más hermosa nieta que pude imaginar. Nuestros hijos no quieren padres perfectos, quieren padres reales, cercanos y amorosos, asegurate de ser la primera persona en la que tus hijos piensan cuando algo los aflige. Dile a tus hijos “jamás me voy a enojar si tú me dices la verdad”, y cúmplelo, habrás creado un vínculo de confianza y amor, imposible de romper.

Una noche venezolana en Miami

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Al día de hoy, casi al final del 2023, es poco lo que se puede extrañar de Venezuela en Miami, nos hemos adueñado casi de todas las esquinas de esta ciudad hermosa, multicultural, complicada, y de un clima aún más loco que su tráfico. Hemos incluso arrinconado al idioma, y en cada lugar de la ciudad, se habla español. La última vez que vine, año 2019, había que esforzarse por conseguir un chocolate carré, hoy, Noviembre 2023, fue lo primero que vi al entrar a la cadena CVS. Es solo una simple mención, pero un gran reflejo de lo que es ver tu cultura y tus gustos en cada lugar de Miami, empanadas, harina pan, cachitos, y hasta hallacas listas en los mostradores. Aquí podemos comer como en casa, bueno, a excepción del queso blanco, con el queso sí que estamos jodidos los venezolanos aquí, no hay manera de encontrar un buen queso blanco en esta ciudad ni en este país, el que logre fabricarlo y venderlo, la pega del techo porque tendrá a todo el gentilicio venezolano de cliente.  Nuestra gastronomía nos mantiene en casa La gastronomía de un lugar es como una cobija de tu tierra, uno siente el sazón de la madre en otras tierras y te sientes en casa, bueno, no en mi caso, mi madre no cocina y yo heredé ese mal gusto, así que mis dos hijos, hoy fuera de tierras venezolanas, extrañan mis abrazos pero no mi sazón. Y sí, la comidita de casa te mantiene cerca de tus afectos, pero la gente, la gente es la que realmente hace de una casa un hogar, y de una parrilla o compartir, un desmadre venezolano en donde luego de estrechar la mano y un “mucho gusto”, ya de ahí en adelante olvídate del decoro, la distancia o la categoría.  Así somos en Venezuela Hace 2 días estuve en una reunión venezolana en Miami, y tal como te cuento en el párrafo anterior, a uno no le da tiempo de pasar por la prudencia o la distancia, es cuestión de minutos caer incluso en intimidades sexuales como quien habla con tu mejor amiga de toda la vida.  Ya no se habla, se grita a ver quien corre con la suerte de sobresalir en decibeles sobre el resto y poder echar tu cuento.  En ese desmadre de confianza precoz caemos todos, de todas las edades, ¿respeto? en nuestros términos, se respeta tuteando, chalequeando (bullying como dice la gente fina), y sacándole los trapitos a la gente. Aquí en estos encuentros venezolanos, el que se arreche (no en jerga colombiana, sino en jerga venezolana que significa molestarse en grado superlativo) pierde, olvídate de que van a dejar de joder si te molestas, te tendrás que ir, en cuyo caso les habrás dado el motivo de cagarse de la risa por el resto de la noche.  En estos desmadres venezolanos hay risas, improperios, imprudencias y mucha pero mucha calidez, uno llega saludando con la mano con el poquito decoro que nos queda como gentilicio, y se va apretando y besando a la gente como si la conociera de toda la vida.  A mi me encanta mi gente, con palabrotas, bien confianzudos, gritones, inapropiados, genuinos y muy reales, cuando vemos un gordo le decimos “coño vale, ¿estás reteniendo líquido marico?”, entre gringos la frase equivalente sería “omg, you look amazing!”, por eso aquí hay tanto gordo, porque nadie les dice que están gordos.  Este artículo lo dedico a la familia Alonso, quién hace 3 días me hizo sentir en casa, con bollos, ensalada de gallina y pernil incluido, me sentí en casa por la comida, y en casa por los abrazos y las risas. Amo mi gentilicio alborotado, que se siente donde llega, aquí estamos en Miami los cubanos y los venezolanos coexistiendo y viendo a ver quienes somos más escandalosos, ellos nos ganan en número, por ahora, porque llegaron primero, pero en la periquera (bulla, gente que habla alto, aclaro por si acaso estableces otra asociación inapropiada), creo que estamos tablas.  Emigrar no es fácil, pero si tienes quien cocine tu comida favorita, y quien te abrace fuera de tu tierra, sin duda se diluyen las añoranzas para dar paso a la gratitud de tener un nuevo hogar. Al final, el hogar es donde está el corazón, y yo en esta navidad, aunque estoy fuera de mi casa, estoy en mi hogar estando en Miami, porque los brazos de mi hijo siempre serán mi hogar. 

Como ella ama

Amar es un verbo que todos saben conjugar, y muy pocos saben practicar, el amar de forma incondicional es una virtud y tener la certeza de contar con ese amor es una bendición. Hay personas difíciles de superar, y amores imposibles de igualar, ella ama de tal manera, con tal incondicionalidad, que en el camino se olvidó de sí misma. Ella en su camino de amar a otros, se olvidó de saber defenderse, y eso por años me hizo pelear con ella, no la entendía, le reproché varias veces que porqué permitía cosas que no debía permitir, y sólo al pasar los años comprendí, que su entrega al amar es tal, que no hay espacio para límites o reproches, y aunque eso no es algo bueno, en lo absoluto, ahora entiendo que viene en el paquete, que esa humanidad repleta de amor incondicional y entrega absoluta no sabe decir no, no sabe poner límites, no sabe defenderse, ella solo sabe amar. Ya quisiera yo amar de la manera que mi mamá sabe amar, ella y yo somos opuestas en muchos aspectos, y aún así siempre me ha amado y aceptado como soy, nunca oí un descalificativo de parte de mi mamá, jamás, ella siempre ha sido amorosa y paciente con su hija mayor, quien siempre fue rebelde y contestona. Yo debo ser la única persona en el mundo que se ha peleado con mi mamá, pero es que para mi, defender es una manera de amar, y si algo ha necesitado mi mamá varias veces, es eso, quien la defienda. Recuerdo que mi papá siempre le decía “Teresa, a ti quien no te jode es porque no sabe donde vives” y mi madre siempre calladita, siempre prudente, conciliadora, nunca la escuché hablar mal de nadie, nunca se ha metido en ningún problema, a mi mamá la ama todo el mundo, ella esparce amor al andar. Dicen que el amor más parecido al amor de Dios es el amor de una madre, y ciertamente la incondicionalidad al amar de mi mamá, así lo ratifica. Recuerdo que ella llegaba con un pedacito de torta, cada vez que había algún cumpleaños en su trabajo, y lo partía en 5 pedazos, de un pedacito de torta, comíamos mis 2 hermanos, mis padres y yo. Mi mamá comparte todo lo que tiene, siente un inmenso placer al dar, le encanta regalar toda vaina, el que llega a casa de mi mamá y dice “ Ay (Tía, Mamá, etc) que bello eso”, mi mamá responde “llévatelo”. Recuerdo una vez que le lleve algo, no recuerdo que era, creo que era un bulto de 12 kilos de harina, y le dije “Mamá, no es que vas a estar regalando lo que te traje, te lo traje para irme tranquila de viajes”. Siempre me tocaba llevarle todo poco a poco porque si no lo regalaba, pero como me iba de viaje, ni modo, le llevé los 12 kilos de una sola vez, y mi mamá me responde “Hija, si me vas a traer algo, que yo no pueda regalar, mejor no me lo traigas”, así es la nobleza de mi mamá, así es su generosidad, ella realmente se siente feliz al dar, al compartir, así no le quede para ella, ella igual lo da. Como Maria Teresa, nadie sabe amar, como hermana, amó de una manera a su único hermano, lo cuidó y lo apoyó toda la vida, son los hermanos que más he visto compartir a lo largo de sus vidas, nunca se separaron. Mi tío murió hace un mes de Covid-19, a sus 80 años y cada día y varias veces al día mi mamá llora por su hermano. Cuando eran niños y mi tío hacía una travesura, mi mamá decía que había sido ella para que no le pegaran a su hermano, esa vaina es de no creerse, eso no lo hace ningún hermano.  Creo que de varias cosas podemos adolecer en nuestras vidas, sin que eso nos afecte o nos determine, pero si hay algo que marca nuestras vidas, es la manera como nuestros padres nos han amado y nos lo han hecho sentir. Mi mamá siempre nos dio amor, y siempre siempre, me hizo sentir amada y aceptada, con ella hablo de todo, le cuento todo desde niña, se espanta, se ríe, se asombra, pero jamás me ha reclamado, o reprochado nada. Ella marcó mi vida cuando yo tenía 12 años, una noche hablábamos hasta muy tarde, mi rebeldía le robó muchas horas de sueño a mi mamá, muchas noches nos dieron las 2am hablando, y mi mamá con aquella paciencia, cuando lo que provocaba era darme una cachetada, y una de esas tantas noches me dice «Hija, si 100 personas me dicen una cosa, y tú me dices otra, yo siempre te voy a creer a ti». ¿Cómo podría yo defraudar eso? esa noche murió la mentira para mi, a partir de ese día le dije todo, todito, todo a mi mamá, y siempre me regañaban porque era terrible, pero a partir de ese día, sólo me llevé regaños por inventora, pero jamás por mentirosa. Hasta el día de hoy, cuando le comento a mis amigos las cosas que le cuento a mi mamá de 82 años, no me creen. A veces le he contado cosas a mi mamá, que no le cuento a mi hermana, con mi mamá la confianza es plena, absoluta, sabrosa, yo sé que de un «Ay Thamara por favor» no va a pasar, ese es el peor reclamo que mi mamá me hará, pero en realidad en el 90% de los casos lo que hace es reirse, y yo disfruto tanto de hacer reír a mi vieja. El amor de una madre es incondicional, pero el de mi madre, es del más allá. Gracias mi vieja, por habernos llenado toda la vida de tan inmenso amor. Te amo mamá. 

Los países no se acaban, y la realidad es de cada quien …

Que temita este, recuerdo que hace un año escribí un Tweet que dice “Conozco más venezolanos felices dentro de Venezuela que fuera de ella, emigrar no es una obligación, ni una moda, !si Ud está tranquilo en su casa y con su familia, quédese! que los países no se acaban y la realidad es de cada quien” @thamara14. Bueno, este tweet tuvo miles de reacciones, me escribieron incluso por mensajería privada diciéndome que se querían regresar a Venezuela, que se identificaban con lo que yo había escrito, y que ciertamente fuera de Venezuela tenían bienestar, pero que no eran felices, y que querían volver a casa. Lo que más me sorprendió de las reacciones de éste Tweet, fue que miles de personas pensaron al leerlo, que yo era adepta al gobierno, mi tweet les hizo pensar que yo era simpatizante del gobierno venezolano (se podrán imaginar los amorosos comentarios que recibí en Twitter). De paso lo repostearon en portales de noticia con millones de seguidores, por Instagram, y la cuenta colocó en la publicación «pasen a dejarle un saludo a Thamara», bueno aquello fue un desastre. Yo de verdad no podía creer que decir que hay venezolanos felices aquí, iba a ser interpretado de esa manera. Como que yo apoyaba este desmadre, pues no, nada más lejos de la verdad. Eso me llevó a pensar en dos cosas, la distorsión de la palabra felicidad, y en la evasión de la responsabilidad personal. Y es que hacerte cargo de tu felicidad implica también hacerte responsable de tu infelicidad, y eso puede no gustarle a muchos. La felicidad es una decisión y nuestra responsabilidad, pero eso no es masticable por la mayoría, porque no saben procesar el hecho de que entonces su infelicidad también sería su responsabilidad. Nuestro bienestar no depende del entorno ni del gobierno de turno, estuve un año fuera de mi país y por eso te puedo decir con propiedad que conozco más venezolanos felices dentro de Venezuela, que fuera de ella. Para los que están en Venezuela y se quisieran ir, puede sonar absurdo, pero es una realidad que vi en los rostros de venezolanos en la primera potencia del mundo, sí, en EEUU, el país a quienes muchos se quisieran ir y del que muchos venezolanos quieren irse para regresar a casa, porque como siempre escribo “La realidad es de cada quien”. Hay venezolanos con impedimentos reales y muy graves para regresar, pero también hay otros que no regresan, porque han comprado la versión, la historia o el cuento de que en Venezuela ya no se puede vivir. La realidad es que sí se puede, muchos estamos acá felices en casa y con la posibilidad de abrazar a nuestra familia, bueno, la que acá aún permanece, en mi caso tengo acá a mi mamá, mi hermano, y mi más grande amor, mi mejor compañía, mi hija.  Pero realmente el tema que me inspira a escribir hoy no es la política, tema del que solo soy una víctima más, pero no sé nada, en verdad el tema de hoy, el cual por cierto me apasiona, es que tú realidad solo la determinas tú, el entorno y la política nos afectan, pero no nos determinan. Hacer de tu hogar, tu familia y de tú espacio, una burbuja de felicidad, paz y tranquilidad, no es solo una posibilidad, sino que debería ser un deber. Tener un entorno saludable y tener la conciencia de que hay cosas que no dependen de nosotros, pero hay otro montón de cosas que sí las podemos determinar, nos da el poder de cambiar las cosas a nuestro favor. Podemos hacer muchas cosas, yo ni me las sé todas, ni las hago todas, pero te comento algunas que he hecho que me han traído paz y sonrisas, jamás no veo noticias, ni por curiosidad, agradezco todo cuanto tengo, lo disfruto y lo valoro, cada día fortalezco mi relación con Dios, oro y descanso en su amoroso y tierno cuidado de mi vida y la vida de mis hijos. También he encontrado una actividad que me llena, me relaja y me hace feliz, que es la escritura. Así que no es imposible estar bien en nuestra casa, y no te escribo para que te regreses si estás fuera, o para que no te vayas si estás aquí en Venezuela, pero seguramente el que está fuera tiene a alguien aquí, y muy probablemente el que está aquí, tiene a algún familiar fuera del país y la idea no es vivir en la añoranza, sino en el disfrute del presente, que es realmente lo único que tenemos. No se vale estar en un lugar, añorando estar en otro, porque en la añoranza siempre se pierde lo más valioso y lo único que cuenta, el momento presente. La depresión es vivir en el pasado, y la ansiedad, vivir en el futuro, date el regalo del presente, di gracias, o haz una respiración profunda, abraza al que tengas cerca, tómate un café sentado y con pausa, hay maneras de conectarnos con el presente, y sobre todo, siempre, siempre, hay maneras de disfrutarlo. Esta mujer que te escribe hoy te lo dice con total propiedad, una mujer que se embarcó en Miami en un lujoso crucero por Las Bahamas, el cual no disfruté porque estaba deprimida y que hoy estoy en mi casa en Venezuela, feliz de levantarme cada mañana y de poder hacer mi café en mi cocina verde manzana, donde me lo tomo con pausa, en paz, a mi ritmo, y lo acompaño con galletas marías y especialmente con gratitud. Hoy más que nunca he entendido y reconocido que mi felicidad no depende de mi entorno, que lo externo me afecta pero no me determina. Aunque sí, les confieso que el pedacito de mundo donde se me hace más fácil ser feliz, son mis 83 metros cuadrados donde está mi cocina verde manzana, en Barquisimeto Estado Lara. Porque como siempre les digo, “la realidad es de cada quien”. Thamara

No, no todos son iguales

La generalidad es bastante ofensiva, al menos para mi, aunque ciertamente hay bastantes similitudes en las formas de reaccionar entre las mujeres y las formas de comportarse de los hombres, de ninguna manera acepto la aseveración de que todas las mujeres son iguales, o de que todos los hombres lo sean. Por solo citar un ejemplo, las mujeres nos sentimos casi todas igual cuando nos viene la menstruación, estamos emocionales, nos aumenta el apetito, a algunas la libido, andamos más sensibles, retenemos líquido y se nos infla el abdomen, etc. Los hombres por su lado, cuando tienen un agobio o problema, se aíslan, quieren silencio, no desean hablar, quieren distancia para pensar y resolver ellos mismos sus líos reales o existenciales, y las mujeres en ocasiones como un chicle detrás de ellos preguntando qué les pasa, que porqué no nos cuentan, porque resulta que cuando nosotras estamos tristes o tenemos algún problema, lo que queremos es abrazos, cercanía y hablar hasta por los codos. Hombres y mujeres somos diferentes, y mujeres y hombres entre si, tenemos bastante en común, pero lo dicho anteriormente, no refleja la injusta generalización. Yo tengo un hijo de 26 años, se casó a sus 23 años, siempre me dijo que se iba a casar antes de los 25 años, siempre fue fiel, caballeroso y espléndido con las pocas novias que tuvo de sus 17 años a sus 22 años, hoy su esposa tiene a quien ella llama “su rey y el ángel que le mandó Dios y le cambió la vida”. Nadie que conozca a mi hijo, podría decir “todos los hombres son iguales”. Mi hijo trabaja feliz, es un hombre absolutamente fiel, amoroso y familiar, proveedor, generoso, y es ahora aún más espléndido con su esposa. Yo he estado rodeada buena parte de mi vida por hombres maravillosos, respetuosos, buenos padres, trabajadores, solidarios, amorosos, encabeza esa lista mi hijo, pero también podría decir muchísimas cosas buenas del padre de mis hijos, de mi hermano, de mis amigos, y de algunas de mis ex parejas, si, los ex también tienen vainas buenas, sino, entonces ¿tú que les viste cuando se empataron? También han salido hasta de mis redes sociales hombres increíbles, atentos, buena gente, educados, cultos, solidarios, sinceros y hasta de buena ortografía y lo más importante, con Dios en el corazón. Yo he estado de manera intermitente en Tinder, qué es una red social que muchos califican, incluso sin nunca haber descargado la app y ver que es lo que es, que solo es para tener sexo casual e irresponsable. Pues les cuento, de Tinder han salido: mi primer y hasta ahora el único, super cool terapeuta, quien por cierto me dejó muy claro que tranquila, que si decidía ser su paciente, nada más que una amistad podría haber entre los dos, también salió un arquitecto Neoyorkino que en la primera cita me fue a buscar con su mamá en señal de respeto hacia mi, y de intenciones de pretender algo serio conmigo (me pareció un poco loco en un hombre de 47 años, pero al mismo tiempo me pareció dulce y tierno),. Salió también un hombre súper caballeroso, un venezolano, que conocí en Miami, con el cual salí varias veces pero no tuve flow con él, y fue todo lo respetuoso que se puede ser, se dio cuenta que nanai y ni un beso intentó darme. También salió de Tinder, en Texas, un hombre que me invitó a salir y cuando nos vimos lo primero que me dijo fue “Trabajo en el ejército de los Estados Unidos (y me mostró su identificación) y en 2 meses me voy a Afganistán, y regresaré dentro de 6 meses, ¿tienes problemas con eso?”, es decir, el gringo me habló clarito, no vino con cuentos gringos para llevarme a la cama. Podría contar otras buenas experiencias, como el Italiano que me pidió ser su novia en la primera cita y le escribió a mi hijo y todo, y mi hijo «mamá, lee tú esta vaina que está muy larga y bórrala, que necio ese tipo!» momento de risas, pero para no extender esto, y no vayan a pensar que Tinder me pagó la publicidad (ojalá) deseo terminar con el más reciente hallazgo en Tinder, hasta yo que ya venía con tan buena experiencia, y sin ninguna predisposición con esa red social o app de citas, me sorprendió. Hicimos match (para los que no tienen idea de la movida, eso es que él le da like a mi perfil y yo al de él), la verdad no recuerdo quien saludó primero, lo cierto es que la que le dijo sigamos hablando por whatsapp fui yo, el chat de Tinder apesta le dije, y él me dijo, “es la primera vez que doy mi número”, así que presumo que le caí bien desde el inicio, y hoy no me extraña, tenemos bastantes pero bastantes cosas en común. Y bueno, creo que desde ese día hemos hablado casi todos los días, y de cuanto tema existe en la vida.  Un día hablando de mi Fe en Dios, comenzamos a hablar de religión, a mi me había dado la impresión de que era un hombre ecléctico en todo, no me parecía alguien que compraría el 100% de nada, y menos en temas de religión. Cuando le hago el comentario, el me responde “jajaja, te sorprenderías” y acto seguido me escribe, «Te cuento: Soy Cristiano Católico, doy catequesis de Confirmación a jóvenes y adultos, soy asesor de un grupo juvenil, soy miembro del ministerio de lectores en mi parroquia, doy talleres de formación y cantante del coro». Por favor alguien al igual que yo, sin prejuicio alguno con un app de citas, que me diga si uno espera un hallazgo así en Tinder. Si ya el arquitecto que me fue a buscar con su mamá para invitarme a almorzar, me parecía un hallazgo atípico en Tinder, el profesor de catecismo sí que me dejó loca. Por cierto él es el amoroso,… Seguir leyendo No, no todos son iguales

Otra Mamá y otro Papá

Hay distintas realidades y razones para que una persona diga, goce o disfrute de tener más de una madre o más de un padre, eso biológicamente es imposible, pero amorosamente es absolutamente probable. Hoy me inspira a escribir dos grandes amores que tienen mis dos amores más grandes. Mis hermanos son los mejores tíos que conozco, presumen de su amor por mis hijos, mi hermano no tiene hijos y ha vivido el amor de padre con sus sobrinos, él iba a los actos del día padre, cuando el padre de mis hijos no podía ir, y si podía ir, también iba. Ha amado a sus sobrinos, los ha cuidado, los ha provisto, en muchas ocasiones les pagó el colegio, y se cansó a morir de comprar foami, cuando mi hijo, mi Eduardo Luis le decía “Tío, tengo que llevar una lámina de foami mañana”, mi hermano Raúl decía “Coño, pero que gonorrea con ese foami”, ay perdón hermano, pero es que hay cuentos que no se pueden alivianar o edulcorar, y mientras escribo esto me estoy riendo a morir, porque esa frase quedó para la posteridad en mi familia, y cuando queremos ser enfáticos en que algo nos fastidia mucho decimos “que gonorrea con ese foami!”, sigo riendo sin parar!!!. Mi hermano les compraba de todo, lo que necesitaban y lo que querían mis hijos, hasta el día de hoy le dice “mi chiquita” a mi hija Mariandrea que ya tiene 30 años, la trata con más mimo que yo, y eso es mucho decir, porque soy una mamá bien pegostosa e invasora del espacio personal de mi hija, siempre me dice riendo “Mamaaá, mi espacio personal” y yo le respondo “ese lo pierdes cuando llegas a mi casa” y bueno, con todo y eso, mi hermano la amapucha más que yo.  Ahora viene la Tía, mi hermana Tatiana, en la infancia de mis hijos, vivíamos las dos, y los tres nietos en la casa de mi mamá, mis hijos y mi sobrina se criaron como hermanos, cuando mi hermana salía con mi sobrina Valentina, siempre, sin preguntar, sin dudar, ella se llevaba a mis dos hijos, sus sobrinos siempre formaron parte de su presupuesto de recreación, lo mismo que le daba a su hija, se lo daba a mis hijos, y cuando no tenía dinero para sacarlos a los tres, pues nadie salía, jamás se llevó a Valentina sola, siempre andaba con los tres, siempre con su hija y sus sobrinos.  En una ocasión estábamos en la casa de mi hermana en Miami mi hija y yo, y Mariandrea tomaría un vuelo madrugador al día siguiente y mi hermana tenía que trabajar ese día, nos teníamos que despertar a las 3am, yo me podía volver a acostar al llegar a casa, pero mi hermana no. Llegamos al aeropuerto y mi hija y yo le agradecemos que la haya llevado, y mi hermana dice “Hija, yo así sea con las tripas en la mano, tú sabes que tú tía no te deja morir” yo iba en la parte de atrás del carro y se me aguaron los ojos, la verdad nunca tuve una tía así, y cuánta gratitud siento de que mis hijos sí la tengan.  En otra ocasión, cuando pasó lo del huracán Irma en Agosto 2017, mis hijos y mi hermana acababan de llegar a Miami, yo estaba feliz de que mis hijos se hubiesen ido de Venezuela porque fue un año muy complicado con el tema de las protestas antigubernamentales, más de 130 jóvenes murieron por la represión chavista-madurista, y la mayor cantidad de decesos ocurrieron muy cerca de mi casa, yo no tenía paz ni tranquilidad hasta que mis hijos no llegaban a casa, y bueno, yo no había ni terminado de sentir el alivio de que estaban en EEUU, cuando veo en las redes sociales que un huracán de categoría 5, uno de los más fuertes observados en el atlántico, el más fuerte en La Florida después de el huracán Katrina, llegaría a Miami. Yo cometí el error de ponerme a ver por YouTube un canal de noticias que transmitía en vivo, y el periodista no tuvo mejor idea que decir “No va a quedar nada de Miami”, lo escribo y se me eriza la piel de nuevo, eso ocurrió el 30 de Agosto, y mis dos hijos habían llegado 7 días antes a Miami, recuerdo que estaba sentada en la silla de mi oficina, donde estoy ahorita, y me escurrí al piso, llorando de una manera que no recuerdo haberlo hecho en otra ocasión, me faltaba el aire, no podía creer que mis hijos ya no estaban seguros como yo pensaba que lo estarían al llegar a Estados Unidos, lloré tanto, pero tanto, que estoy llorando de solo recordar la angustia tan inmensa que sentí cuando oí al periodista decir eso (por eso desde hace más de 10 años no veo, ni leo noticias, siempre son peores que la realidad). Recuerdo haber pensado, pero Dios mío, quise salvar a mis hijos de Maduro y viene Irma! Esa noche estuve caminando y llorando por todo mi apartamento y repetí cientos de veces “Irma se debilita y se desvía, Irma se debilita y se desvía!” me dormí como a las 4 am, y al despertar reviso mi teléfono y tenía un mensaje de mi hija que decía “Mami, ya es categoría 3 y se desvió!” en estos casos uno suele decir “No lo puedo creer!”, pero por supuesto que yo lo podía creer, a quien se lo pedí? A Dios! Les cuento esto mientras lloro de nuevo, pero esta vez no por recordar mi angustia, sino mi gratitud con mi papá, con mi padre celestial, con Dios. Este cuento comienza porque ese día recibí otro mensaje, el de mi hermana, el de la amorosa tía de mis hijos, ella y yo estábamos bravas en ese momento, habíamos peleado, pero igual me escribió esto “Quiero que estés tranquila, con mi vida voy a cuidar a mis… Seguir leyendo Otra Mamá y otro Papá

Dame razón de Federiquito

Al encuentro con Dios partió ayer un polémico personaje familiar, a veces más personaje que polémico, pero único, de esas personas que no dan lugar para la indiferencia, él producía emociones y sentimientos extremos. Quien partió de este plano me llamaba su Sobrina favorita, tan favorita que teniendo 6 hijos, innumerables veces me dijo que yo era la encargada de esparcir sus cenizas en el árbol que está en la plaza frente a la iglesia, de su pueblo natal Santa Rosa. Con mi Tío y de mi Tío Efrén tengo tantísimos cuentos, no sé porqué me la pasaba tanto con él, pero recuerdo varios viajes él y yo solos, le conocí casi todas las novias, y obviamente las dos esposas que tuvo. Siempre fue muy guapo, murió siendo un viejo apuesto, y tenía más labia que guapura, así que hizo todo lo que quiso en materia de romances, cortejos y flirteos. Si tuvo sus desaciertos, aunque yo sólo le conocí uno, pero es que quien no se asusta con una carta de 20 páginas? Le metió por debajo de la puerta de la casa de su pretendida una carta de 20 páginas, cuando me lo contó, me cagué de la risa y le dije “te pasaste Tío, capaz que ni la leyó completa”, yo no la habría leído toda pero ni por curiosidad. Era muy jodedor y como verán muy epistolar, en ambas cosas me parezco a él. No lo recordaba sino hasta ayer que supe que murió, pero mi amor por el diccionario lo aupó mi Tío, a mis 8 años me dijo “Sobrina, el único profesor que no se va a poner bravo contigo si le preguntas varias veces lo mismo, es el diccionario” y ciertamente me tomó más de 20 visitas a la misma palabra recordar que significa vituperio, vilipendio, baldón, subterfugio y otras más y mi Larousse jamás me dijo “Otra vez tú Thamara?”. Por cierto, mi diccionario Larousse fue el primer libro que compré en mi vida, recuerdo que me costó un platero en una época que no había mucha plata, me lo vendieron a crédito, y a mi se me han perdido infinidad de cosas, joyas, ropa, libros, celulares, toda vaina, y me he mudado más de 10 veces desde la compra de mi diccionario hasta hoy, y siempre, siempre, mi Larousse milagrosamente siempre está a mi vista, nunca ha estado ni siquiera extraviado momentáneamente, y sigue siendo al día de hoy, mi libro favorito, el que mas leo, el que siempre manoseo.  Que bueno que pude contarle a mi Tío que estoy escribiendo, que tengo un blog y que estoy escribiendo mi primer libro, se lo dije el 24 de Diciembre 2020, 19 días antes de que muriera, y ese día lo grabé, tengo dos invaluables videos de la última vez que lo vi, ahora menos que nunca dejaré de ser una fastidiosa que todo lo graba todo el tiempo, hoy esos videos valen oro para toda su familia, y hoy son imposibles de repetir. Soy una apasionada o fastidiosa según mis hijos, de documentar todo, a todo le tomo fotos o hago videos, pero jamás me había sentido tan feliz por haberlo hecho que en ésta ocasión con mi Tío, sin saberlo era la última vez que lo vería, y como de costumbre me repitió que era su sobrina favorita, solo que ésta fue la primera vez que quedó grabado. La primera vez que quedó documentado, y la última oportunidad que tendría de hacerlo. Mi Tío era el único hermano de mi mamá, no he visto nunca un amor más grande por un hermano que el que siente, y seguirá sintiendo mi Mamá por su Hermano, es tan de no creerse que desde niña se culpaba ella de las tremenduras de mi Tío para que le pegaran a ella y no a su Hermano, quien carajo hace eso? Sí uno de los placeres culposos de la infancia es sapear a un hermano.  Mi Tío era muy inteligente, brillante la verdad, y sumamente culto, su capacidad y deseo de aprender nunca envejeció, aprendió a hablar inglés a los 70 años, manejaba redes sociales, tenía un blog, y murió con su novia al lado, el cumplió 80 años pocos días antes de morir, pero viejo nunca se puso, el se renovaba, siempre tenía de qué hablar y hablaba con propiedad, leía muchísimo. Su saludo habitual conmigo era “Dame razón de Federiquito”, ese fue el seudónimo que el le puso a todo novio, pretendiente, parejo de turno, etc que yo tuviera, otra muestra de su inteligencia, con la prolífica y divertida vida amorosa de su sobrina favorita, recordar nombres era complicado, el único nombre que se aprendió, y cómo debe ser, es el del padre de mis dos hijos, por él si me preguntaba por su primer y segundo nombre, “Dame razón de Luis Eduardo”, pero el resto, el bojote restante, siempre fueron para él, puros “Federiquitos”, así que bueno, ya nadie más preguntará por ellos …

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