Thamara López | Escritora

Como ella ama

Hija Explicando A La Anciana Madre Cómo Usar Smartphone

Amar es un verbo que todos saben conjugar, y muy pocos saben practicar, el amar de forma incondicional es una virtud y tener la certeza de contar con ese amor es una bendición. Hay personas difíciles de superar, y amores imposibles de igualar, ella ama de tal manera, con tal incondicionalidad, que en el camino se olvidó de sí misma.

Ella en su camino de amar a otros, se olvidó de saber defenderse, y eso por años me hizo pelear con ella, no la entendía, le reproché varias veces que porqué permitía cosas que no debía permitir, y sólo al pasar los años comprendí, que su entrega al amar es tal, que no hay espacio para límites o reproches, y aunque eso no es algo bueno, en lo absoluto, ahora entiendo que viene en el paquete, que esa humanidad repleta de amor incondicional y entrega absoluta no sabe decir no, no sabe poner límites, no sabe defenderse, ella solo sabe amar.

Ya quisiera yo amar de la manera que mi mamá sabe amar, ella y yo somos opuestas en muchos aspectos, y aún así siempre me ha amado y aceptado como soy, nunca oí un descalificativo de parte de mi mamá, jamás, ella siempre ha sido amorosa y paciente con su hija mayor, quien siempre fue rebelde y contestona.

Yo debo ser la única persona en el mundo que se ha peleado con mi mamá, pero es que para mi, defender es una manera de amar, y si algo ha necesitado mi mamá varias veces, es eso, quien la defienda. Recuerdo que mi papá siempre le decía “Teresa, a ti quien no te jode es porque no sabe donde vives” y mi madre siempre calladita, siempre prudente, conciliadora, nunca la escuché hablar mal de nadie, nunca se ha metido en ningún problema, a mi mamá la ama todo el mundo, ella esparce amor al andar.

Dicen que el amor más parecido al amor de Dios es el amor de una madre, y ciertamente la incondicionalidad al amar de mi mamá, así lo ratifica. Recuerdo que ella llegaba con un pedacito de torta, cada vez que había algún cumpleaños en su trabajo, y lo partía en 5 pedazos, de un pedacito de torta, comíamos mis 2 hermanos, mis padres y yo.

Mi mamá comparte todo lo que tiene, siente un inmenso placer al dar, le encanta regalar toda vaina, el que llega a casa de mi mamá y dice “ Ay (Tía, Mamá, etc) que bello eso”, mi mamá responde “llévatelo”. Recuerdo una vez que le lleve algo, no recuerdo que era, creo que era un bulto de 12 kilos de harina, y le dije “Mamá, no es que vas a estar regalando lo que te traje, te lo traje para irme tranquila de viajes”.

Siempre me tocaba llevarle todo poco a poco porque si no lo regalaba, pero como me iba de viaje, ni modo, le llevé los 12 kilos de una sola vez, y mi mamá me responde “Hija, si me vas a traer algo, que yo no pueda regalar, mejor no me lo traigas”, así es la nobleza de mi mamá, así es su generosidad, ella realmente se siente feliz al dar, al compartir, así no le quede para ella, ella igual lo da.

Como Maria Teresa, nadie sabe amar, como hermana, amó de una manera a su único hermano, lo cuidó y lo apoyó toda la vida, son los hermanos que más he visto compartir a lo largo de sus vidas, nunca se separaron. Mi tío murió hace un mes de Covid-19, a sus 80 años y cada día y varias veces al día mi mamá llora por su hermano. Cuando eran niños y mi tío hacía una travesura, mi mamá decía que había sido ella para que no le pegaran a su hermano, esa vaina es de no creerse, eso no lo hace ningún hermano. 

Creo que de varias cosas podemos adolecer en nuestras vidas, sin que eso nos afecte o nos determine, pero si hay algo que marca nuestras vidas, es la manera como nuestros padres nos han amado y nos lo han hecho sentir. Mi mamá siempre nos dio amor, y siempre siempre, me hizo sentir amada y aceptada, con ella hablo de todo, le cuento todo desde niña, se espanta, se ríe, se asombra, pero jamás me ha reclamado, o reprochado nada.

Ella marcó mi vida cuando yo tenía 12 años, una noche hablábamos hasta muy tarde, mi rebeldía le robó muchas horas de sueño a mi mamá, muchas noches nos dieron las 2am hablando, y mi mamá con aquella paciencia, cuando lo que provocaba era darme una cachetada, y una de esas tantas noches me dice «Hija, si 100 personas me dicen una cosa, y tú me dices otra, yo siempre te voy a creer a ti».

¿Cómo podría yo defraudar eso? esa noche murió la mentira para mi, a partir de ese día le dije todo, todito, todo a mi mamá, y siempre me regañaban porque era terrible, pero a partir de ese día, sólo me llevé regaños por inventora, pero jamás por mentirosa. Hasta el día de hoy, cuando le comento a mis amigos las cosas que le cuento a mi mamá de 82 años, no me creen.

A veces le he contado cosas a mi mamá, que no le cuento a mi hermana, con mi mamá la confianza es plena, absoluta, sabrosa, yo sé que de un «Ay Thamara por favor» no va a pasar, ese es el peor reclamo que mi mamá me hará, pero en realidad en el 90% de los casos lo que hace es reirse, y yo disfruto tanto de hacer reír a mi vieja.

El amor de una madre es incondicional, pero el de mi madre, es del más allá. Gracias mi vieja, por habernos llenado toda la vida de tan inmenso amor. Te amo mamá. 

7 comentarios

  1. Cierro los ojos y a mi memoria llegan tantos momentos como los que describes que no sé cual sentimiento predomina: amor, felicidad, nostalgia… pero sin duda alguna mi corazón reboza de alegría por lo vivido, por tanto amor recibido y compartido… un abrazo…

  2. Que belleza! Dios nos bendijo inmensamente con una madre que se podría llamar amor. Que bien la plasmaste en estas líneas, hermana. Mi mamá lloró de emoción cuando se lo leí.

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