Los hijos inservibles no existen, los padres inservibles sí. Esta premisa me surgió hace 2 días, durante un debate apasionado en Instagram luego de un comentario, hasta jocoso, que hice. Resulta que una “influencer” no tuvo mejor idea que comentarme, que si a los hijos se les dejaba una herencia, se convierten en inservibles. Yo en realidad monté en cólera, y le dije que esperaba que sus hijos no leyeran ese comentario, y al final le escribí “por cierto, los hijos inservibles no existen, los padres inservibles sí”. Los padres inservibles sí existen Y fue así como nació este artículo, desde un acalorado contrapunteo en la cuenta de la esposa del influencer @vendecomopro. De hecho, Alexander (@vendecomopro) quiso intervenir en el debate, defendiendo a su esposa, y hasta aludió a mis hijos. Y con motivo de éste fértil espacio para reflexionar que generó esta controversia en mí, les quiero narrar la reflexión que esto me produjo, y mencionarle las características que en mi opinión tienen “los padres inservibles”: Podría continuar, pero con estas ya podemos establecer relaciones con otros comportamientos que sin duda alguna los deja en la categoría de padres inservibles. Haber leído que una mujer, que es madre, se expresa así, aunque fuera hipotéticamente de los hijos, me produjo una ira inmensa, y como siempre, y por fortuna, en la escritura tengo mi refugio, mi paz y mi desahogo más noble. La inspiración puede venir de cualquier lugar, hasta de un comentario en Instagram. Creo que esta vez se me hizo más real que nunca la frase “quien tiene un hijo, tiene todos los hijos del mundo”. Las creencias limitantes que sembramos en nuestros hijos cuando los invalidamos, los juzgamos o los cuestionamos, son la raíz de todos los males en la adultez. Ayer, escuchando una entrevista que le hizo Lewis Howes a Marisa Peer, ella contaba el caso de una de sus pacientes que sufre de narcolepsia (trastorno crónico del sueño que consiste en episodios de somnolencia extrema durante el día). Durante la terapia, la paciente le contó que su mamá le decía cuando era niña “eres un ángel, eres perfecta, porque siempre estás durmiendo, tu hermano no duerme, es el diablo, me está matando”. ¿Sí ven lo mucho que podemos impactar a nuestros hijos con lo que les decimos? Yo primero me corto la lengua antes de decirle a mis hijos, y ahora a mi nieta, que algo que hagan podría convertirlos en inservibles. El amor de padres debe ser lo más parecido al amor de Dios, debe ser incondicional. Siempre les dije a mis hijos, que no había manera, que no había ninguna posibilidad, de que yo los dejara de amar. Estudiaran o no, sacaran buenas notas o no, ordenaran sus cuartos o no, yo igual los amaría incondicionalmente. Antes de tener hijos, luego ya no hay opción, evalúa si estás en la disposición y el deseo de amar incondicionalmente, de no ser así, no traigas al mundo seres humanos para hacerlos infelices. Nunca supe hasta donde podía amar, hasta el instante en el que me pusieron en el pecho a mi hija. Nunca imaginé hasta donde se podría expandir mi amor, hasta que mi hija tuvo a su hija y me regaló a la más hermosa nieta que pude imaginar. Nuestros hijos no quieren padres perfectos, quieren padres reales, cercanos y amorosos, asegurate de ser la primera persona en la que tus hijos piensan cuando algo los aflige. Dile a tus hijos “jamás me voy a enojar si tú me dices la verdad”, y cúmplelo, habrás creado un vínculo de confianza y amor, imposible de romper.