Thamara López | Escritora

La capacidad real y la capacidad aparente para enfrentar los desafíos de la vida

Existe la capacidad real y la capacidad aparente para enfrentar desafíos de la vida.  La capacidad real es nuestra grandeza, nuestra luz, nuestro poder resiliente y creador esperando ser despertado. Esperando que hagamos uso de él para transformar nuestras vidas.  La capacidad aparente para sortear los retos de la vida, está absolutamente contaminada por varias cosas:  Hacer que tu mente sea la ama, es una muy mala decisión, “la mente es muy buena sierva, pero es muy mala ama”. La capacidad aparente vendrá de tu mente, de tus juicios, y de tus miedos, la capacidad real vendrá de tu ser, de tu verdadero yo. No despertarás mañana con toda la claridad que se requeriría para ver el final del camino, ni hasta dónde llegarás. Pero tampoco lo necesitas.  La linterna que llevan en la frente los mineros, apenas les alcanza para iluminar pocos metros enfrente de ellos, sin embargo, siguen confiados caminando hacia adelante.  El autoconocimiento, y la consciencia plena de nuestras capacidades es solo el inicio, de hecho un buen inicio al que muchos jamás accederán ni siquiera lo intentarán. Jamás nadie ha hecho grandes cosas sabiendo desde el inicio como realizar todas las fases del proceso. Las personas que logran grandes hazañas solo cuentan con la visión completa, pero dan un solo paso a la vez.  La historia de la visión más poderosa La frase más famosa de Walt Disney fue “si puedes soñarlo, puedes hacerlo”. No dijo “no des un paso antes de tener claro todo”. Hay una historia de la esposa de Walt Disney que me encanta y dice así: “al momento de la inauguración del parque más emblemático del mundo, “Disney”, los organizadores del evento dijeron delante de la esposa de Disney “es una lástima que el Sr Walt Disney, no haya visto esto”.  La esposa los interrumpió y les dijo “Walt vio todo esto antes que todos nosotros, si él no lo hubiera hecho, esto no sería posible”.  En otras palabras, “el poder de una visión clara”. Es más fácil de lo que pensamos, solo debemos apegarnos a la regla 80/20. 80% visión, 20% acción. Y ese 20% es acción constante y determinada, y un cúmulo inmenso de pequeños grandes pasos.  Te voy a dar un ejemplo, yo al despertar no quiero comer algo saludable, no me provoca, quiero un café o una galleta dulce, o si tengo torta en casa, la felicidad aumenta y la ganas de comerme una tortilla de huevos disminuye .  Desde hace 2 meses, estoy tomando agua tibia con limón en ayunas, es una manera saludable de comenzar el día, de alcalinizar mi cuerpo, y activar mi metabolismo.  Al inicio, tomaba mi agua con limón, sin pensar en más nada, esperaba 20 minutos y luego me tomaba mi café con mi galleta.  Con el pasar de los días, tomé consciencia, y dije “si ya estoy haciendo algo bueno para mi cuerpo, ¿por qué no tomar un desayuno saludable para cuidarme un poco más al comenzar el día? El efecto compuesto de los pequeños hábitos Cuando comencé con el agua con limón, no pensé en dejar de comer dulces en la mañana, pero ahora, quiero hacerlo, ¿por qué? porque al dar un solo paso, el camino se nos va abriendo. Ahora, estoy más despierta en el cuidado de mi cuerpo al despertar, y eso es un efecto compuesto, poco a poco irá creciendo, y solo comenzó con un agua con limón al despertar.  Lo mismo te va a ocurrir, comenzarás a leer 2 páginas al día, luego serán 10 y luego leerás un libro por semana.  Primero saldrás a caminar 5 minutos, luego serán 30 minutos. Y quizás luego te enamores de entrenar en el gym.  Harás 2 llamadas al día para captar más clientes, y luego serán 20 llamadas, y tus ingresos irán creciendo exponencialmente.  El paso a paso va construyendo una nueva realidad, va transformando nuestras vidas de una forma que no alcanzamos a comprender plenamente hoy.  Esa transformación, tiene estricta relación con el despertar de nuestras capacidades reales para hacerle frente a la vida, con amor, valentía, curiosidad, esperanza y optimismo. 

Bienvenido 2024

¡Bienvenido 2024! Así comenzó mi 2024, entre nubes, en el cielo, volando, como volando tengo la mente y los sueños para este año.  El año 2023, buena parte del año, lo pasé lamentando una mala decisión, a todos nos pasa, tomamos malas decisiones y luego hacemos algo peor, lamentarnos.  No podía creer que había vuelto a confiar en alguien, sin ninguna razón aparente para hacerlo, y que eso me había traído consecuencias negativas. Así que decidió capitalizar el error y ahora sí que veo poco probable que vuelva a confiar en alguien, sin que me haya dado razones para hacerlo. Así que ese es mi mayor aprendizaje del 2023, para decir desde el alma, ¡bienvenido 2024! ¿Mis mayores motivos de gratitud?, con ellos recibí el 2024, con mis hijos y con mi nieta, además de otros miembros queridos de mi familia. Claramente fue una recompensa divina, y el cierre estelar de un año un poco movido emocionalmente, que dejó grandes áreas de oportunidad, y espacios para el crecimiento.  Hoy, con este recorrido por los cielos, en donde vi al sol salir de nuevo, es motivo para celebrar nuevos comienzos, y cerrarle el camino a personas o eventos que no encajan en mi proyecto de vida vital.  Sin ningún remordimiento o sentimiento de culpa, abandono todo espacio donde mi luz molesta, donde mi nobleza no es correspondida y en donde mis errores o defectos son engrandecidos.  Me abro a compartir mi vida, y mis emociones más sensibles y vulnerables ante personas y espacios seguros, en donde me siento recibida y aceptada plenamente.  No soy una pieza de rompecabeza, no nací para encajar, sino para pertenecer, y esa pertenencia la elijo yo.  Estoy muy emocionada con lo que la vida me está presentando, y muy agradecida por todo aquello que decido tomar como parte de este nuevo camino lleno de bendiciones, felicidad y abundancia.  GRACIAS Dios, porque en todo te veo y te siento, porque me permites dar saltos de Fe en la certeza de que como tu hija, siempre estaré bien.  Gracias por mis hijos y por mi nieta, son mi mundo de amor, y en ellos me inspiro y para ellos crezco como ser humano, como mujer, como madre y como abuela.  Hay cosas que no las tengo clara, pensé que sí, pero creo que son más conceptos impuestos, aprendidos y tragados sin masticar. Es así como la ropa con flores, que la veo hermosas en otras  mujeres, pero yo no me la pondría, algo así me pasa en algunas áreas de mi ser.  Por tanto quizás te he estado pidiendo el postre que no me gusta, y por eso tú, al conocerme mejor que nadie, no lo has puesto en mi mesa.  Gracias por lo que das y por lo que quitas, siento que en el 2023 me quitaste pesos para dejar espacio para las bendiciones del 2024, ya que no podemos meter unos zapatos nuevos en una caja de zapatos ocupada por viejos zapatos.  Para ti que me lees, de verdad, GRACIAS, quiero que sepas que me estás acompañando en el sueño de vida más grande que tengo en este instante, un sueño que armoniza con total belleza, con todo lo demás que deseo.  Feliz año 2024, que caminas con certeza y gozo hacia el sueño de tu vida, transfórmalo en meta medible y creíble, y lo verás hecho realidad.  Con amor, Thamara. 

La libertad de decir que no

Ejercer la libertad de decir que no realmente es fundamental para avanzar en la vida y enfocarnos en lo relevante para nosotros. Hace días atrás leí algo sobre la relación entre el éxito y decir que “no”. Ese mismo día escuché en un podcast una pregunta ¿qué toman las personas felices? y la respuesta no fue agua, ni vino, fue «decisiones». Así que hoy te quiero regalar la reflexión que estos dos insights despertaron en mí. ¿Por qué habría de tener relación con el éxito las veces que digo no? Inmediatamente recordé los encuentros que tuve con personas con quienes deseé profundamente que cancelaran la cita o el compartir. ¿Por qué simplemente no les dije no? o ¿por qué no las cancelé yo? También puedo recordar los favores que hice cuando en realidad no quería hacerlos, o el agotamiento mental que tuve tratando de encontrar una excusa relevante para retractarme del compromiso. También sumé mentalmente el dinero que he perdido por asociarme con malas personas o por no haber dicho un rotundo “no” a tiempo. El dinero que he perdido sin duda alguna lo puedo recuperar, pero ¿pasa lo mismo con mi tiempo y mi energía? lamentablemente no.  Ni el tiempo ni la energía invertido en algo o alguien lo podemos recuperar. Libertad para decir que no es tener libertad para vivir A veces vivimos para complacer, para ceder, para quedar bien, y esa simple y liberadora palabra de dos letras, “no”, la decimos tan poco a lo largo de nuestras vidas, que casi se nos olvida el derecho que tenemos de hacerlo.  Un “no” te puede evitar desde la pérdida de un dinero (lo menos malo de todo), hasta un padre terrible para tus hijos, porque como leí en un post hace poco “el padre de tus hijos no es el hombre de tu vida, es el hombre de la vida de ellos”. No es cualquier cosa echarle ese vainón a nuestros hijos, un mal padre, y hasta esta hecatombe, se puede evitar con un simple y oportuno “no”. Pasemos a un nivel más elevado, al que yo personalmente quiero llegar, el “no sin argumento ni justificación”.  Veamos un ejemplo “Thamara, ¿quieres ir al cine?” (hasta la pregunta me facilita la soñada respuesta), “No gracias, no quiero”. ¿Por qué debo decir mentiras o agotarme pensando en excusas si en realidad simplemente no quiero? ¿Por qué debo decir que me duele la cabeza?, por ejemplo.  La mayoría de las veces en las que no quiero salir, la realidad es que prefiero mi sofá para ver algo en Netflix o mi oficina para escribir. En mi país, si yo digo eso, la inexorable respuesta de quien me está invitando sería “no seas pajúa vale”. Y aunque de cierto modo me halaga y me alegra que deseen mi compañía, la verdad es que sigo prefiriendo, en la inmensa mayoría de los casos, a mi sofá. Decir que “no” es libertad, es expansión, es tiempo para lo que te gusta, es cuidar tu energía, es hacer de ti, tu prioridad.  Además, se supone que tus amigos te estiman lo suficiente como para respetar que no quieras salir sin que eso signifique una problema en la relación. Si llevamos esto a niveles, digamos que ya superé el nivel 1, hoy digo que no, pero inventándome excusas, ahora voy por la conquista del segundo nivel, un “no” honesto y sin pretextos, voy por un “no quiero” a secas.  La gente feliz toma decisiones Decir no, también tiene relación con la felicidad, y con la pregunta que te compartí al inicio “¿qué toman las personas felices?, no, no es agua, o café, aunque ambas me encantan, las personas felices toman DECISIONES. Y, ¿acaso decir que no, no es una decisión?, exacto, todo esto tiene relación y por eso ambos planteamientos se me hicieron hermosos de concatenar en un solo artículo, que te regalo, y que me regalo como un recordatorio de vida.  La vida podría resumirse en dos cosas: relaciones y decisiones. Hay relaciones que no se escogen, padres, hermanos, familiares, compañeros de trabajo y vecinos. Pero nos quedan tres grandes oportunidades en la vida para ejercer las decisiones en materia de relaciones.  Podemos elegir a nuestras amistades, a nuestros socios de negocio, y lo más importante, a nuestras parejas en el amor.  Hay una frase que dice “quien no acierta en el casar, no acierta en nada”, y aunque no estoy totalmente de acuerdo, porque no es taxativo que nuestra vida se fue por el barranco por una mala elección en el amor, porque para eso están las separaciones y los divorcios, ciertamente se pasa por un túnel muy oscuro cuando erramos al escoger a nuestros compañeros en el amor.  Esto comenzó con una invitación a decir que “no”, y volvemos al mismo punto, si cuando te encuentres en la víspera de tu matrimonio, sientes más susto que felicidad, más vale que te arrepientas a tiempo, y, si acaso eres de valentía tardía, te sugiero caminar hacia al altar con unas cómodas converses, mucha gente se casa con zapatos de goma, nadie sospechará que es un plan alternativo en caso de que quieras salir corriendo antes del “sí, te acepto”. Esto me hace recordar una vez que una de mis mejores amigas me llamó 2 días antes de su matrimonio y me dijo “Ay Thamy, ¿será que sí me caso? Les juro que es la única vez en mi vida, que he sentido de manera tan contundente, que la pregunta se respondía sola. Le dije “cariño, esa pregunta se responde sola, y tan solo tiene una respuesta, NO” Ajá, duró 10 meses, no podría ser de otra manera. Si aprendemos a decir que no, y a cuando decirlo, me atrevo a asegurar que estamos minimizando  la necesidad de tomar decisiones más complejas en el futuro.  “No” es una palabra hermosa y liberadora, evita toda clase de males, te regala libertad, tiempo y energía, y no, no es egoísta, si tienes un entorno acostumbrado a… Seguir leyendo La libertad de decir que no

Mis 52 años y un viaje con una sonrisa de primera clase

Siendo amada por mi hijo, gracias Dios.

Esta historia comienzo a escribirla el día de mi cumpleaños 52, el 14 de Noviembre 2023, a bordo de un vuelo con destino a la ciudad de Miami. Cuando abordé el avión lo primero que vi fue una gran sonrisa que me dio la bienvenida, luego supe que se llamaba Mario.  Abordé ese vuelo inmensamente feliz, me parecía mentira que en pocas horas vería a mi hijo, y al subir al avión me encontré un tripulante con una hermosa sonrisa y le digo “estoy cumpliendo años, ¿me quieres obsequiar un asiento en primera clase por mi cumpleaños? El se ríe y me dice “está un poco difícil, pero déjame ver que puedo hacer”. Yo como siempre, soy de las que prefiere pedir perdón, que pedir permiso. Así que al menos lo intenté. El avión estaba full, no sé cómo pasó pero estuve sola durante todo el vuelo en una fila de tres asientos solo para mí, eran los únicos dos asientos libres en todo el avión. Mario, el tripulante del vuelo, me trajo champagne, un ponqué de arequipe (como si supiera que es mi favorito), y una rica cena caliente (no es cualquier cosa una cena caliente en un vuelo). Como si fuera poco, estaba yo distraída y feliz, cuando oigo mi nombre por el altavoz, Mario me estaba felicitando por mi cumpleaños. Yo quisiera haber grabado eso, pero fue sorpresa. En Miami me espera mi hijo, quien me invitó a pasar  mi cumpleaños y la Navidad con él.  El día que mi hijo me llamó para decirme que me tenía esta sorpresa, lloré muchísimo de felicidad, y por sentir que este era un regalo de Dios también para mí.  Hace 4 años, cuando estuve por última vez en Miami, mis días no fueron tan felices ni afortunados la verdad, así que pude ver la mano de Dios en la invitación de mi hijo. Hoy recuerdo esto solo para agradecer este regreso tan lleno de amor y sin duda tan diferente en todo sentido.  Hoy hago menos planes, y disfruto más las cosas, como vengan y de quien vengan, hago lo que propone Joe Dispenza, vivo la emoción antes que la experiencia. Una especie de felicidad cobrada por anticipado. Y puedo celebrar por anticipado por dos razones, soy la hija de Dios, y porque me lo merezco. Haber pasado tres semanas en mi casa celebrando mi encuentro con mi hijo en Miami, antes de que ocurriera, no solo facilitó su manifestación, sino que prolongó mi gozo. Así que creo que vale la alegría comenzar a celebrar por anticipado, pura ganancia. Esas tres semanas previas al viaje, hablé a diario con la oficina celestial (otro día les hablo del libro pon el cielo a trabajar) para contratar el mejor asistente de viajes, y al mejor oficial de migración para que me diera la bienvenida a Estados Unidos. Bueno, la oficina celestial hizo su trabajo, el oficial me hizo solo 3 preguntas: ¿hasta cuando estará en los Estados Unidos?, ¿cuanto efectivo trae? y ¿qué hace Ud en Venezuela? siempre con una sonrisa. No conforme con su amabilidad, cuando le digo que soy escritora, veo que entre a google en su computadora y me dice «ah, tiene un evento del libro en down town hasta el 19 de Noviembre para que vaya si quiere». Fue una manera más que cordial para decirme «Bienvenida a Estados Unidos». Mis 52 años comenzaron en un vuelo con una sonrisa que vale más que un asiento en primera clase, sí, la de Mario Blanco el tripulante de la aerolínea Copa, luego me topé con un amable oficial de migración, y posteriormente me encontré con mi familia, tenía años que no celebraba un cumpleaños en familia. Estar con mi hijo, verlo, besarlo y abrazarlo todos los días, es un milagro que estoy disfrutando minuto a minuto. Lo hago devolverse cuando sale de casa sin darme un beso, y sin recibir mi bendición. No, no importa que tenga 29 años. Mis 52 años arrancaron de lujo, mejor de lo que soñé, y la verdad no planeé nada, solo dije “Papá, sorpréndeme” y la magia ocurrió. A veces lo que debemos hacer, es no hacer nada. A veces recibir desde la quietud, la serenidad y la confianza las bendiciones que Dios tiene para nuestras vidas, es lo único que tenemos que hacer.    Felices 52 años para mí, la vida apenas comienza. Gracias Mario por haber hecho ese vuelo tan especial para mí, las personas como tú hacen toda la diferencia en cualquier circunstancia de la vida, para mí es super importante y especial recibir muestras de cariño y detalles en mi cumpleaños, y tú, sin conocerme, me hiciste sentir muy especial. Te amo Dios, mi papito amoroso y perfecto, gracias por todo tu amor y tu cuidado, permíteme crecer en mi Fe y cada día acercarme más a ti y transitar en tus planes. 

La escritura como terapia y sanación

Thamara escribiendo frente al mar

Una de las recomendaciones en tiempos de crisis, agobio o angustia, es escribir nuestras emociones, la escritura como terapia y sanación es un recurso del cual todos podemos disponer y en cualquier momento. Las letras no juzgan, no se quejan, no bostezan cuando les estás contando una larga historia que podría ser aburrida para muchos. Quizás no necesitas cambiar, solo necesitas drenar. Fluir en letras es terapéutico y sanador,  liberador y seguro. Las líneas siempre se pueden borrar, podemos retroceder y corregir historias. La vida también debería poder funcionar así. Decantar en letras la efervescencia de un encuentro, de una emoción, de unas palabras, puede incluso salvar una relación. ¿Quiénes podemos hacer uso de la escritura terapéutica? No es de pocos el privilegio de escribir, bastan tus manos, tus ideas, tu corazón, tus temores, un cuaderno y un lápiz. Ahora a tu corazón se le pasan las páginas, tus ideas están en orden aunque quizás las letras luzcan desordenadas. Date el regalo de la serenidad de la escritura cuando todo parezca estar mal, haz de ese cuaderno tu desahogo, revísalo de cuando en vez, reconoce la emoción que te llevó a esa línea, abrázala y regresa renovado a la vida, a tu día a día. Tus temores y tristezas quedarán entre tu cuaderno y tú, y te juro que él jamás te traicionará. Regálate un tú más sereno, más dueño de sí, obséquiale a tu entorno  la paz de un alma en orden. Toma la escritura como tu terapia personal de sanación, ¿Para qué estallar en palabras si el cuaderno no guarda rencores? ¿Para qué mostrar una cara de quienes no somos solo por drenar un mal rato?  Todos nos merecemos una segunda oportunidad, todos, pero a veces los únicos capaces de darnos esa oportunidad somos nosotros mismos. Entonces, ¿Para qué averiguar quién nos la iba a negar? Drenar en letras es una oportunidad segura para desahogar el “estoy” y regresar a lo que soy.  Regálate una pera de boxeo que tiene páginas y que el puño sea tu lápiz. Luego cierra el cuaderno, tómate un café, y sonríe de vuelta a lo que eres, lo que ya pasó, pasó sin consecuencias, mañana cuando abras tu cuaderno de nuevo, no habrán reproches, solo más líneas en blanco para seguir escribiendo tu vida.   Thamara Puedes leer también: Café espiritual

Los países no se acaban, y la realidad es de cada quien …

Que temita este, recuerdo que hace un año escribí un Tweet que dice “Conozco más venezolanos felices dentro de Venezuela que fuera de ella, emigrar no es una obligación, ni una moda, !si Ud está tranquilo en su casa y con su familia, quédese! que los países no se acaban y la realidad es de cada quien” @thamara14. Bueno, este tweet tuvo miles de reacciones, me escribieron incluso por mensajería privada diciéndome que se querían regresar a Venezuela, que se identificaban con lo que yo había escrito, y que ciertamente fuera de Venezuela tenían bienestar, pero que no eran felices, y que querían volver a casa. Lo que más me sorprendió de las reacciones de éste Tweet, fue que miles de personas pensaron al leerlo, que yo era adepta al gobierno, mi tweet les hizo pensar que yo era simpatizante del gobierno venezolano (se podrán imaginar los amorosos comentarios que recibí en Twitter). De paso lo repostearon en portales de noticia con millones de seguidores, por Instagram, y la cuenta colocó en la publicación «pasen a dejarle un saludo a Thamara», bueno aquello fue un desastre. Yo de verdad no podía creer que decir que hay venezolanos felices aquí, iba a ser interpretado de esa manera. Como que yo apoyaba este desmadre, pues no, nada más lejos de la verdad. Eso me llevó a pensar en dos cosas, la distorsión de la palabra felicidad, y en la evasión de la responsabilidad personal. Y es que hacerte cargo de tu felicidad implica también hacerte responsable de tu infelicidad, y eso puede no gustarle a muchos. La felicidad es una decisión y nuestra responsabilidad, pero eso no es masticable por la mayoría, porque no saben procesar el hecho de que entonces su infelicidad también sería su responsabilidad. Nuestro bienestar no depende del entorno ni del gobierno de turno, estuve un año fuera de mi país y por eso te puedo decir con propiedad que conozco más venezolanos felices dentro de Venezuela, que fuera de ella. Para los que están en Venezuela y se quisieran ir, puede sonar absurdo, pero es una realidad que vi en los rostros de venezolanos en la primera potencia del mundo, sí, en EEUU, el país a quienes muchos se quisieran ir y del que muchos venezolanos quieren irse para regresar a casa, porque como siempre escribo “La realidad es de cada quien”. Hay venezolanos con impedimentos reales y muy graves para regresar, pero también hay otros que no regresan, porque han comprado la versión, la historia o el cuento de que en Venezuela ya no se puede vivir. La realidad es que sí se puede, muchos estamos acá felices en casa y con la posibilidad de abrazar a nuestra familia, bueno, la que acá aún permanece, en mi caso tengo acá a mi mamá, mi hermano, y mi más grande amor, mi mejor compañía, mi hija.  Pero realmente el tema que me inspira a escribir hoy no es la política, tema del que solo soy una víctima más, pero no sé nada, en verdad el tema de hoy, el cual por cierto me apasiona, es que tú realidad solo la determinas tú, el entorno y la política nos afectan, pero no nos determinan. Hacer de tu hogar, tu familia y de tú espacio, una burbuja de felicidad, paz y tranquilidad, no es solo una posibilidad, sino que debería ser un deber. Tener un entorno saludable y tener la conciencia de que hay cosas que no dependen de nosotros, pero hay otro montón de cosas que sí las podemos determinar, nos da el poder de cambiar las cosas a nuestro favor. Podemos hacer muchas cosas, yo ni me las sé todas, ni las hago todas, pero te comento algunas que he hecho que me han traído paz y sonrisas, jamás no veo noticias, ni por curiosidad, agradezco todo cuanto tengo, lo disfruto y lo valoro, cada día fortalezco mi relación con Dios, oro y descanso en su amoroso y tierno cuidado de mi vida y la vida de mis hijos. También he encontrado una actividad que me llena, me relaja y me hace feliz, que es la escritura. Así que no es imposible estar bien en nuestra casa, y no te escribo para que te regreses si estás fuera, o para que no te vayas si estás aquí en Venezuela, pero seguramente el que está fuera tiene a alguien aquí, y muy probablemente el que está aquí, tiene a algún familiar fuera del país y la idea no es vivir en la añoranza, sino en el disfrute del presente, que es realmente lo único que tenemos. No se vale estar en un lugar, añorando estar en otro, porque en la añoranza siempre se pierde lo más valioso y lo único que cuenta, el momento presente. La depresión es vivir en el pasado, y la ansiedad, vivir en el futuro, date el regalo del presente, di gracias, o haz una respiración profunda, abraza al que tengas cerca, tómate un café sentado y con pausa, hay maneras de conectarnos con el presente, y sobre todo, siempre, siempre, hay maneras de disfrutarlo. Esta mujer que te escribe hoy te lo dice con total propiedad, una mujer que se embarcó en Miami en un lujoso crucero por Las Bahamas, el cual no disfruté porque estaba deprimida y que hoy estoy en mi casa en Venezuela, feliz de levantarme cada mañana y de poder hacer mi café en mi cocina verde manzana, donde me lo tomo con pausa, en paz, a mi ritmo, y lo acompaño con galletas marías y especialmente con gratitud. Hoy más que nunca he entendido y reconocido que mi felicidad no depende de mi entorno, que lo externo me afecta pero no me determina. Aunque sí, les confieso que el pedacito de mundo donde se me hace más fácil ser feliz, son mis 83 metros cuadrados donde está mi cocina verde manzana, en Barquisimeto Estado Lara. Porque como siempre les digo, “la realidad es de cada quien”. Thamara

No, no todos son iguales

La generalidad es bastante ofensiva, al menos para mi, aunque ciertamente hay bastantes similitudes en las formas de reaccionar entre las mujeres y las formas de comportarse de los hombres, de ninguna manera acepto la aseveración de que todas las mujeres son iguales, o de que todos los hombres lo sean. Por solo citar un ejemplo, las mujeres nos sentimos casi todas igual cuando nos viene la menstruación, estamos emocionales, nos aumenta el apetito, a algunas la libido, andamos más sensibles, retenemos líquido y se nos infla el abdomen, etc. Los hombres por su lado, cuando tienen un agobio o problema, se aíslan, quieren silencio, no desean hablar, quieren distancia para pensar y resolver ellos mismos sus líos reales o existenciales, y las mujeres en ocasiones como un chicle detrás de ellos preguntando qué les pasa, que porqué no nos cuentan, porque resulta que cuando nosotras estamos tristes o tenemos algún problema, lo que queremos es abrazos, cercanía y hablar hasta por los codos. Hombres y mujeres somos diferentes, y mujeres y hombres entre si, tenemos bastante en común, pero lo dicho anteriormente, no refleja la injusta generalización. Yo tengo un hijo de 26 años, se casó a sus 23 años, siempre me dijo que se iba a casar antes de los 25 años, siempre fue fiel, caballeroso y espléndido con las pocas novias que tuvo de sus 17 años a sus 22 años, hoy su esposa tiene a quien ella llama “su rey y el ángel que le mandó Dios y le cambió la vida”. Nadie que conozca a mi hijo, podría decir “todos los hombres son iguales”. Mi hijo trabaja feliz, es un hombre absolutamente fiel, amoroso y familiar, proveedor, generoso, y es ahora aún más espléndido con su esposa. Yo he estado rodeada buena parte de mi vida por hombres maravillosos, respetuosos, buenos padres, trabajadores, solidarios, amorosos, encabeza esa lista mi hijo, pero también podría decir muchísimas cosas buenas del padre de mis hijos, de mi hermano, de mis amigos, y de algunas de mis ex parejas, si, los ex también tienen vainas buenas, sino, entonces ¿tú que les viste cuando se empataron? También han salido hasta de mis redes sociales hombres increíbles, atentos, buena gente, educados, cultos, solidarios, sinceros y hasta de buena ortografía y lo más importante, con Dios en el corazón. Yo he estado de manera intermitente en Tinder, qué es una red social que muchos califican, incluso sin nunca haber descargado la app y ver que es lo que es, que solo es para tener sexo casual e irresponsable. Pues les cuento, de Tinder han salido: mi primer y hasta ahora el único, super cool terapeuta, quien por cierto me dejó muy claro que tranquila, que si decidía ser su paciente, nada más que una amistad podría haber entre los dos, también salió un arquitecto Neoyorkino que en la primera cita me fue a buscar con su mamá en señal de respeto hacia mi, y de intenciones de pretender algo serio conmigo (me pareció un poco loco en un hombre de 47 años, pero al mismo tiempo me pareció dulce y tierno),. Salió también un hombre súper caballeroso, un venezolano, que conocí en Miami, con el cual salí varias veces pero no tuve flow con él, y fue todo lo respetuoso que se puede ser, se dio cuenta que nanai y ni un beso intentó darme. También salió de Tinder, en Texas, un hombre que me invitó a salir y cuando nos vimos lo primero que me dijo fue “Trabajo en el ejército de los Estados Unidos (y me mostró su identificación) y en 2 meses me voy a Afganistán, y regresaré dentro de 6 meses, ¿tienes problemas con eso?”, es decir, el gringo me habló clarito, no vino con cuentos gringos para llevarme a la cama. Podría contar otras buenas experiencias, como el Italiano que me pidió ser su novia en la primera cita y le escribió a mi hijo y todo, y mi hijo «mamá, lee tú esta vaina que está muy larga y bórrala, que necio ese tipo!» momento de risas, pero para no extender esto, y no vayan a pensar que Tinder me pagó la publicidad (ojalá) deseo terminar con el más reciente hallazgo en Tinder, hasta yo que ya venía con tan buena experiencia, y sin ninguna predisposición con esa red social o app de citas, me sorprendió. Hicimos match (para los que no tienen idea de la movida, eso es que él le da like a mi perfil y yo al de él), la verdad no recuerdo quien saludó primero, lo cierto es que la que le dijo sigamos hablando por whatsapp fui yo, el chat de Tinder apesta le dije, y él me dijo, “es la primera vez que doy mi número”, así que presumo que le caí bien desde el inicio, y hoy no me extraña, tenemos bastantes pero bastantes cosas en común. Y bueno, creo que desde ese día hemos hablado casi todos los días, y de cuanto tema existe en la vida.  Un día hablando de mi Fe en Dios, comenzamos a hablar de religión, a mi me había dado la impresión de que era un hombre ecléctico en todo, no me parecía alguien que compraría el 100% de nada, y menos en temas de religión. Cuando le hago el comentario, el me responde “jajaja, te sorprenderías” y acto seguido me escribe, «Te cuento: Soy Cristiano Católico, doy catequesis de Confirmación a jóvenes y adultos, soy asesor de un grupo juvenil, soy miembro del ministerio de lectores en mi parroquia, doy talleres de formación y cantante del coro». Por favor alguien al igual que yo, sin prejuicio alguno con un app de citas, que me diga si uno espera un hallazgo así en Tinder. Si ya el arquitecto que me fue a buscar con su mamá para invitarme a almorzar, me parecía un hallazgo atípico en Tinder, el profesor de catecismo sí que me dejó loca. Por cierto él es el amoroso,… Seguir leyendo No, no todos son iguales

Otra Mamá y otro Papá

Hay distintas realidades y razones para que una persona diga, goce o disfrute de tener más de una madre o más de un padre, eso biológicamente es imposible, pero amorosamente es absolutamente probable. Hoy me inspira a escribir dos grandes amores que tienen mis dos amores más grandes. Mis hermanos son los mejores tíos que conozco, presumen de su amor por mis hijos, mi hermano no tiene hijos y ha vivido el amor de padre con sus sobrinos, él iba a los actos del día padre, cuando el padre de mis hijos no podía ir, y si podía ir, también iba. Ha amado a sus sobrinos, los ha cuidado, los ha provisto, en muchas ocasiones les pagó el colegio, y se cansó a morir de comprar foami, cuando mi hijo, mi Eduardo Luis le decía “Tío, tengo que llevar una lámina de foami mañana”, mi hermano Raúl decía “Coño, pero que gonorrea con ese foami”, ay perdón hermano, pero es que hay cuentos que no se pueden alivianar o edulcorar, y mientras escribo esto me estoy riendo a morir, porque esa frase quedó para la posteridad en mi familia, y cuando queremos ser enfáticos en que algo nos fastidia mucho decimos “que gonorrea con ese foami!”, sigo riendo sin parar!!!. Mi hermano les compraba de todo, lo que necesitaban y lo que querían mis hijos, hasta el día de hoy le dice “mi chiquita” a mi hija Mariandrea que ya tiene 30 años, la trata con más mimo que yo, y eso es mucho decir, porque soy una mamá bien pegostosa e invasora del espacio personal de mi hija, siempre me dice riendo “Mamaaá, mi espacio personal” y yo le respondo “ese lo pierdes cuando llegas a mi casa” y bueno, con todo y eso, mi hermano la amapucha más que yo.  Ahora viene la Tía, mi hermana Tatiana, en la infancia de mis hijos, vivíamos las dos, y los tres nietos en la casa de mi mamá, mis hijos y mi sobrina se criaron como hermanos, cuando mi hermana salía con mi sobrina Valentina, siempre, sin preguntar, sin dudar, ella se llevaba a mis dos hijos, sus sobrinos siempre formaron parte de su presupuesto de recreación, lo mismo que le daba a su hija, se lo daba a mis hijos, y cuando no tenía dinero para sacarlos a los tres, pues nadie salía, jamás se llevó a Valentina sola, siempre andaba con los tres, siempre con su hija y sus sobrinos.  En una ocasión estábamos en la casa de mi hermana en Miami mi hija y yo, y Mariandrea tomaría un vuelo madrugador al día siguiente y mi hermana tenía que trabajar ese día, nos teníamos que despertar a las 3am, yo me podía volver a acostar al llegar a casa, pero mi hermana no. Llegamos al aeropuerto y mi hija y yo le agradecemos que la haya llevado, y mi hermana dice “Hija, yo así sea con las tripas en la mano, tú sabes que tú tía no te deja morir” yo iba en la parte de atrás del carro y se me aguaron los ojos, la verdad nunca tuve una tía así, y cuánta gratitud siento de que mis hijos sí la tengan.  En otra ocasión, cuando pasó lo del huracán Irma en Agosto 2017, mis hijos y mi hermana acababan de llegar a Miami, yo estaba feliz de que mis hijos se hubiesen ido de Venezuela porque fue un año muy complicado con el tema de las protestas antigubernamentales, más de 130 jóvenes murieron por la represión chavista-madurista, y la mayor cantidad de decesos ocurrieron muy cerca de mi casa, yo no tenía paz ni tranquilidad hasta que mis hijos no llegaban a casa, y bueno, yo no había ni terminado de sentir el alivio de que estaban en EEUU, cuando veo en las redes sociales que un huracán de categoría 5, uno de los más fuertes observados en el atlántico, el más fuerte en La Florida después de el huracán Katrina, llegaría a Miami. Yo cometí el error de ponerme a ver por YouTube un canal de noticias que transmitía en vivo, y el periodista no tuvo mejor idea que decir “No va a quedar nada de Miami”, lo escribo y se me eriza la piel de nuevo, eso ocurrió el 30 de Agosto, y mis dos hijos habían llegado 7 días antes a Miami, recuerdo que estaba sentada en la silla de mi oficina, donde estoy ahorita, y me escurrí al piso, llorando de una manera que no recuerdo haberlo hecho en otra ocasión, me faltaba el aire, no podía creer que mis hijos ya no estaban seguros como yo pensaba que lo estarían al llegar a Estados Unidos, lloré tanto, pero tanto, que estoy llorando de solo recordar la angustia tan inmensa que sentí cuando oí al periodista decir eso (por eso desde hace más de 10 años no veo, ni leo noticias, siempre son peores que la realidad). Recuerdo haber pensado, pero Dios mío, quise salvar a mis hijos de Maduro y viene Irma! Esa noche estuve caminando y llorando por todo mi apartamento y repetí cientos de veces “Irma se debilita y se desvía, Irma se debilita y se desvía!” me dormí como a las 4 am, y al despertar reviso mi teléfono y tenía un mensaje de mi hija que decía “Mami, ya es categoría 3 y se desvió!” en estos casos uno suele decir “No lo puedo creer!”, pero por supuesto que yo lo podía creer, a quien se lo pedí? A Dios! Les cuento esto mientras lloro de nuevo, pero esta vez no por recordar mi angustia, sino mi gratitud con mi papá, con mi padre celestial, con Dios. Este cuento comienza porque ese día recibí otro mensaje, el de mi hermana, el de la amorosa tía de mis hijos, ella y yo estábamos bravas en ese momento, habíamos peleado, pero igual me escribió esto “Quiero que estés tranquila, con mi vida voy a cuidar a mis… Seguir leyendo Otra Mamá y otro Papá

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