Thamara López | Escritora

Trudy Ederle: La primera mujer en cruzar el Canal de la Mancha y su legado de Empoderamiento Femenino

La historia de Trudy Ederle, la primera mujer en cruzar el Canal de la Mancha, es una inspiradora lección de empoderamiento y superación personal. En un tiempo en que las mujeres eran limitadas por expectativas sociales, Trudy desafió las normas y demostró que la verdadera fortaleza reside en la determinación y el coraje de perseguir nuestros sueños, sin importar los obstáculos. ¿Quién fue Trudy Ederle? Trudy Ederle nació en 1905 en Nueva York, y desde temprana edad mostró una afinidad especial con el agua. A medida que crecía, su pasión por la natación no solo la llevó a romper múltiples récords mundiales, sino que también encendió en ella un deseo de superar sus propios límites. A los 19 años, Trudy ya era una nadadora reconocida, pero tenía una meta aún más ambiciosa: convertirse en la primera mujer en cruzar el Canal de la Mancha, un logro que hasta entonces solo había sido alcanzado por hombres. El Gran Desafío: Cruzar el Canal de la Mancha El Canal de la Mancha es conocido por sus frías aguas, fuertes corrientes y condiciones impredecibles, lo que lo convierte en uno de los desafíos más temidos por los nadadores de larga distancia. Sin embargo, Trudy no se dejó intimidar. El 6 de agosto de 1926, se lanzó al agua con un objetivo claro: romper barreras y demostrar que el empoderamiento femenino no es solo una idea, sino una realidad que se puede lograr con determinación. A lo largo de 13 horas y 34 minutos de nado continuo, Trudy enfrentó no solo las duras condiciones del mar, sino también sus propios límites físicos y mentales. Cada brazada fue un acto de fe y valentía, desafiando no solo a las olas, sino también a las expectativas de una sociedad que creía que el Canal de la Mancha era un dominio exclusivo de los hombres. Superación y Empoderamiento: El Legado de Trudy Ederle Cuando finalmente tocó tierra en Francia, Trudy Ederle no solo se convirtió en la primera mujer en cruzar el Canal de la Mancha, sino que también rompió un récord de tiempo, superando a muchos de los hombres que lo habían intentado antes que ella. Este logro fue más que una hazaña deportiva; fue un poderoso símbolo de empoderamiento femenino y un mensaje claro al mundo: las mujeres son capaces de cualquier cosa. La hazaña de Trudy inspiró a generaciones de mujeres a perseguir sus sueños y romper con las barreras impuestas por la sociedad. No se trataba solo de nadar; se trataba de nadar contra la corriente de una sociedad que subestimaba a las mujeres. Su valentía y determinación siguen siendo un ejemplo de cómo los desafíos pueden transformarse en oportunidades para demostrar nuestra fuerza interior. Enfrentando Nuevos Desafíos Tras su éxito, Trudy Ederle enfrentó otros desafíos, tanto personales como profesionales. La fama repentina y la presión de la opinión pública pusieron a prueba su resiliencia. A pesar de las críticas y los intentos de minimizar su logro, Trudy continuó nadando y compitiendo, siempre fiel a sí misma y a su pasión. Su historia nos recuerda que el verdadero empoderamiento no es un destino, sino un viaje constante de autodescubrimiento y superación. Nos invita a reflexionar sobre nuestras propias vidas y a preguntarnos: «¿Qué límites puedo desafiar hoy?». Lecciones de Vida de Trudy Ederle La vida de Trudy Ederle es más que una simple historia de éxito; es una poderosa lección de empoderamiento femenino y resiliencia. Nos muestra que, con determinación y coraje, todos somos capaces de alcanzar nuestras metas, sin importar cuán difíciles sean los desafíos que enfrentamos. Cuando la vida te presente tus propias «aguas turbulentas», recuerda a Trudy y su legado. Y nunca olvides: tú también tienes la fuerza para cruzar cualquier canal que la vida ponga frente a ti.

Feliz día de las madres

Supe que iba a ser mamá cuando acababa de cumplir 18 años, nunca me gustó jugar muñecas, me gustaba patinar y las pistas de carro, siempre me encantó manejar, por eso tan pronto me llegaron los pies a los pedales, me robé el carro de mi mamá, a mis 12 años. Cuando supe de mi embarazo, lloré y no de emoción, me dio un susto muy grande, no le había cambiado un pañal ni a una muñeca, y ya venía en camino una muñeca de verdad verdad . Mi primera muñeca fue mi hija, fui una niña sosteniendo a otra niña en sus brazos, cuando veo mis fotos con mi hija pequeña, me sorprendo de lo pequeñas que éramos ambas. Al principio de la maternidad todo es un trajín, no hay mucho tiempo de pensar ni de planear, son meses agotadores en donde el día a día nos atropella. Todo el día se va en cambiar pañales y dar teta, y cuando queda un tiempito, en contemplar cada novedad, un nuevo gesto, una sonrisa, un balbuceo, que ya se sienta, que ya toca darle alimentos sólidos y así se pasa el primer año.  El segundo año es aún más movido, los bebés comienzan a caminar, a hablar, son más impetuosos, demandan más tiempo y atención. Vienen las primeras tremenduras, y las primeras caídas, por mucho que los cuidemos, siempre se caen y el sufrimiento y la culpa que sentimos son enormes. El tiempo vuela Luego, y con la sensación de haber dado un salto cuántico, o de haber viajado en la máquina del tiempo, ya han pasado 33 años desde aquel primer día de las madres. Ya no hay que salir corriendo a comprar foamis ni cartulinas, ni tampoco ir a la dirección del colegio porque hicieron alguna tremendura. Ya no se buscan boletas, no hay actos del día de la madre, y ya no te regalan tarjetas de foami escritas con una letra choretica y tierna. De repente te dicen “madre, cierra la puerta contigo afuera” frase que escuché por primera vez en la adolescencia de mi hijo, porque cuando me decía madre por favor cierra la puerta, yo me quedaba dentro de su cuarto y me reía.  Entonces mi hijo sabía que debía especificar porque sino su madre “pegoste” se quedaba adentro del cuarto con él. Ese mismo período de adolescencia lucía diferente con mi hija, fue más tranquilo por su carácter sereno, mi única preocupación era que le gustaba el rock e iba a los conciertos que siempre eran a 400 Km de casa. Al primer concierto la llevé yo, fue en el poliedro de Caracas, y recuerdo el pavor que sentí cuando dejé a mi hija haciendo la fila con hombres barbudos y tatuados, yo solo pensaba ¿qué hace mi bebé aquí? Recuerdo también, muy especialmente una conversación con mi hija en esos tiempos, un día Mariandrea me dice “Mami, el suelo está muy desacreditado, el suelo también es un lugar para colocar cosas”. Me reí muchísimo, y todavía hoy hay muchas risas en mis conversaciones con mi hija. Ya se pueden imaginar como estaba el suelo del cuarto de mi hija, y la verdad eso jamás me molestó, llegado un límite le decía que lo arreglara (límite tipo ya la puerta no cerraba ni se veía de qué color era la cerámica del piso). Mi maternidad fue más amorosa que rigurosa, yo no me ocupé tanto en que fueran ordenados, siempre me enfoqué en darles amor, y como madre me propuse dos pilares: que mis hijos tuvieran a Dios en su corazón y que fueran felices. Hoy, sé que mis dos anhelos como madre, se han cumplido. Disfruté tanto el tiempo de mis hijos en casa, fueron tantas las risas, y los buenos momentos, que el día que se fueron, en medio de la añoranza, sentí mucha felicidad de verlos crecer, madurar y prosperar.  El amor de madre ha sacado lo mejor de mí, soy una versión muy mejorada de mí como mamá, y pensaba yo, ingenuamente, que ya mi corazón se había expandido a su máximo potencial.  Pensaba yo, que ya había amado hasta lo máximo que se puede amar, porque, ¿a quien se puede amar más que un hijo? Y llegó Kira Marzo 2022, me entra una videollamada, con una cara de mi hija que no conocía, preocupada, sorprendida, temerosa, igual a la cara que seguramente puse yo a mis 18 años, y me dice “mamá, estoy embarazada”. En ese instante, con mi amor de madre la acompaño en el susto, pero en realidad solo quería saltar de emoción. Mi sueño más grande de los más recientes años, se había hecho realidad.  Fui la mujer más feliz “de closet”, me quedé solo siendo la mamá de una hija asustada por la noticia. Pero por dentro, solo había una felicidad indescriptible, iba a ser abuela, ya venía en camino mi nieta soñada.  Siempre anhelé tener una nieta, una nieta hija de mi hija, y a pesar de que solo tenía la información del embarazo, ya en mí habitaba la certeza de que mi nieta venía en camino. Mi yerno apostó conmigo, me dijo que sería varón y yo le dije que no, que sería niña. Apostamos 100$ y yo le dije “Jack, tendré a mi nieta y mis 100$, ya lo verás”, y así fue.   Y ahora en todo veo a mi nieta, a veces no sé si estoy derretida de amor por Kira, que tiene unas caritas y unos gestos que no dejo de captar en fotos y en videos. O si estoy contemplando a mi hija siendo mamá. No sé que me enternece más, si saber la maravillosa madre que tiene mi nieta, o el amor rotundo y robusto que siento por mi Kira. Con Kira he estado en muchos primeros momentos, el más especial el día que nació, yo entré al quirófano, escuché su primer llanto, vi a mi hija enmudecida cuando le pusieron a su hija en el pecho.… Seguir leyendo Feliz día de las madres

Mis 52 años y un viaje con una sonrisa de primera clase

Siendo amada por mi hijo, gracias Dios.

Esta historia comienzo a escribirla el día de mi cumpleaños 52, el 14 de Noviembre 2023, a bordo de un vuelo con destino a la ciudad de Miami. Cuando abordé el avión lo primero que vi fue una gran sonrisa que me dio la bienvenida, luego supe que se llamaba Mario.  Abordé ese vuelo inmensamente feliz, me parecía mentira que en pocas horas vería a mi hijo, y al subir al avión me encontré un tripulante con una hermosa sonrisa y le digo “estoy cumpliendo años, ¿me quieres obsequiar un asiento en primera clase por mi cumpleaños? El se ríe y me dice “está un poco difícil, pero déjame ver que puedo hacer”. Yo como siempre, soy de las que prefiere pedir perdón, que pedir permiso. Así que al menos lo intenté. El avión estaba full, no sé cómo pasó pero estuve sola durante todo el vuelo en una fila de tres asientos solo para mí, eran los únicos dos asientos libres en todo el avión. Mario, el tripulante del vuelo, me trajo champagne, un ponqué de arequipe (como si supiera que es mi favorito), y una rica cena caliente (no es cualquier cosa una cena caliente en un vuelo). Como si fuera poco, estaba yo distraída y feliz, cuando oigo mi nombre por el altavoz, Mario me estaba felicitando por mi cumpleaños. Yo quisiera haber grabado eso, pero fue sorpresa. En Miami me espera mi hijo, quien me invitó a pasar  mi cumpleaños y la Navidad con él.  El día que mi hijo me llamó para decirme que me tenía esta sorpresa, lloré muchísimo de felicidad, y por sentir que este era un regalo de Dios también para mí.  Hace 4 años, cuando estuve por última vez en Miami, mis días no fueron tan felices ni afortunados la verdad, así que pude ver la mano de Dios en la invitación de mi hijo. Hoy recuerdo esto solo para agradecer este regreso tan lleno de amor y sin duda tan diferente en todo sentido.  Hoy hago menos planes, y disfruto más las cosas, como vengan y de quien vengan, hago lo que propone Joe Dispenza, vivo la emoción antes que la experiencia. Una especie de felicidad cobrada por anticipado. Y puedo celebrar por anticipado por dos razones, soy la hija de Dios, y porque me lo merezco. Haber pasado tres semanas en mi casa celebrando mi encuentro con mi hijo en Miami, antes de que ocurriera, no solo facilitó su manifestación, sino que prolongó mi gozo. Así que creo que vale la alegría comenzar a celebrar por anticipado, pura ganancia. Esas tres semanas previas al viaje, hablé a diario con la oficina celestial (otro día les hablo del libro pon el cielo a trabajar) para contratar el mejor asistente de viajes, y al mejor oficial de migración para que me diera la bienvenida a Estados Unidos. Bueno, la oficina celestial hizo su trabajo, el oficial me hizo solo 3 preguntas: ¿hasta cuando estará en los Estados Unidos?, ¿cuanto efectivo trae? y ¿qué hace Ud en Venezuela? siempre con una sonrisa. No conforme con su amabilidad, cuando le digo que soy escritora, veo que entre a google en su computadora y me dice «ah, tiene un evento del libro en down town hasta el 19 de Noviembre para que vaya si quiere». Fue una manera más que cordial para decirme «Bienvenida a Estados Unidos». Mis 52 años comenzaron en un vuelo con una sonrisa que vale más que un asiento en primera clase, sí, la de Mario Blanco el tripulante de la aerolínea Copa, luego me topé con un amable oficial de migración, y posteriormente me encontré con mi familia, tenía años que no celebraba un cumpleaños en familia. Estar con mi hijo, verlo, besarlo y abrazarlo todos los días, es un milagro que estoy disfrutando minuto a minuto. Lo hago devolverse cuando sale de casa sin darme un beso, y sin recibir mi bendición. No, no importa que tenga 29 años. Mis 52 años arrancaron de lujo, mejor de lo que soñé, y la verdad no planeé nada, solo dije “Papá, sorpréndeme” y la magia ocurrió. A veces lo que debemos hacer, es no hacer nada. A veces recibir desde la quietud, la serenidad y la confianza las bendiciones que Dios tiene para nuestras vidas, es lo único que tenemos que hacer.    Felices 52 años para mí, la vida apenas comienza. Gracias Mario por haber hecho ese vuelo tan especial para mí, las personas como tú hacen toda la diferencia en cualquier circunstancia de la vida, para mí es super importante y especial recibir muestras de cariño y detalles en mi cumpleaños, y tú, sin conocerme, me hiciste sentir muy especial. Te amo Dios, mi papito amoroso y perfecto, gracias por todo tu amor y tu cuidado, permíteme crecer en mi Fe y cada día acercarme más a ti y transitar en tus planes. 

La tarea de ser feliz

La felicidad es la prioridad en la vida

Ser feliz es una prioridad tardía en la vida, en la infancia parece más importante el trinomio cuadrado perfecto, sacar la nota sobre la nota en el colegio, y unos diplomas que luego no sirven sino para darnos remordimiento cuando los botamos. ¿Alguien habrá utilizado alguna vez en su vida el trinomio cuadrado perfecto que nos enseñaron en el colegio? Si volviera a ser niña, y un adulto me preguntara «Thamara, ¿qué serás cuando seas grande?», no trataría de darle una respuesta interesante ni original, con una carrera muy genial y única, simplemente le diría «SER FELIZ«. O mejor aún, respondería como el niño más genial que conozco, se llama Adrián Ignacio, quien con tres años, ante esa pregunta respondió «será que voy a estudiar, porque yo ya soy Adrián», aplaudo de pie a este niño que tiene una claridad que muchos adultos aún no tienen. La sociedad pareciera estar diseñada para ignorar la verdadera prioridad de la vida, SER FELIZ, ¿qué nos preguntan siempre nuestros padres, amigos y familiares? ¿Cuándo te casas?, ¿qué vas a estudiar?, ¿cuándo tendrás hijos?, y si ya tienes el varón ¿para cuando la hembrita?, ¡carajo dejen vivir! Yo, desde que mis hijos son adultos, la primera pregunta que les hago es ¿eres feliz?, ¿estás feliz en donde estás?, ¿estás haciendo lo que quieres hacer?, ¿quieres que ore por algo? A veces lo que tuvimos en nuestra infancia es nuestro punto de partida, a veces es nuestra referencia para no repetir ese modelo, lo que no se vale es decir «es que a mí me criaron así», e ir a repetir algo que bien sabes que no funciona. En una ocasión mi hija de tan solo 5 meses lloraba mucho, y su papá la cargaba y perdió la paciencia y le dio una nalgada. Yo no había sentido tanta ira e indignación en mi vida hasta ese instante. Me le fui encima y le grité reclamándole que qué carajo le pasaba, que nuestra hija tenía 5 meses. La conversación pasó del acaloramiento a la sensibilidad, y la vulnerabilidad, lugares desde los cuales es realmente imposible no conectar con el otro ser humano. Ya yo calmada, y el que era mi esposo más tranquilo, llega al punto de decirme «es que yo nunca vi a mis padres darse un beso, mi papá nunca nos abrazó». Claro, estoy resumiendo horas de conversación, solo estoy dando el punto de partida, y casi el final. En ese momento que él me dice esto yo le dije «mi amor, nosotros estamos haciendo una nueva familia, y aquí, lo bueno que traemos de nuestra crianza se queda, pero lo malo se va, y tú a nuestra hija sí la vas a besar, la vas a abrazar y le dirás que la amas». Esa noche, no solo ayudé a que mi hija tuviera un mejor papá, sino a que mi hijo también lo tuviera, y sus otros 5 hijos también. Hoy el padre de mis hijos, con sus 7 hijos, es un padre amoroso, y seguramente algo tuvo que ver esa conversación que tuvimos esa noche cuando mi hija tenía 5 meses y él tenía 23 años. Yo tenía apenas 19 años en aquel entonces, esto no fue algo que leí, ni que escuché en un podcast (no existían hace 33 años), fue algo intuitivo, algo que me dijo que no era imperativo repetir los modelos y nuestras crianzas con nuestros hijos. Pero sé que a algunos padres no se les hace tan fácil entender eso, e incluso si lo entienden, les cuesta implementarlo. Un lienzo en blanco Nuestros hijos son un hermoso regalo de Dios, un lienzo en blanco sobre el cual pintar una obra de arte llena de risas, y libre de dramas, no nos deben nada, no pidieron venir al mundo, no vienen a cumplir tus sueños, traen los suyos propios. Tengo una nieta de 10 meses, se llama Kira, es luz, amor, ternura, risas y gratitud en mi vida, siempre quise tener una nieta, una hija de mi hija, y Dios como siempre cumple los anhelos profundos y reales de mi corazón (siempre y cuando vengan de él o sean para mi bien). Si con mis hijos tuve cierta claridad en el camino, con mi nieta espero que valgan mis 33 años de experiencia como madre, además de este amor inédito, robusto y estremecedor que siento por mi Kira. No hay espacio de vida más retador que la maternidad, pero al mismo tiempo no hay espacio que nos haga más fácil transmutar ausencias en presencias, descuidos en amor, que el amor que sentimos por nuestros hijos. Mis hijos, y ahora mi nieta, tienen y siempre tendrán de mí, mi lado más puro, más noble, más amoroso y rutilante. Ellos son las tres personas en el mundo, a las que mi imperfección casi casi no los toca. Tengo un nuevo lienzo en blanco en vida, una muy especial, una nueva oportunidad de aportarle felicidad a un ser humano dentro de su entorno significativo de apegos seguros. Alguien a quien decirle a diario «eres hermosa, noble, saludable, perfecta, suficiente, inteligente, capaz, poderosa, única, amada, respetada, valorada, y una niña MUY FELIZ». No le preguntaré a Kira ¿cuánto sacaste en Matemáticas?, o ¿qué serás cuando crezcas?, le preguntaré ¿eres feliz?, ¿quieres dibujar?, ¿qué te gustaría leer?, ¿qué te asusta?, ¿me quieres dar un abrazo? Le diré ¿quieres ir a tocar el timbre de los vecinos y salir corriendo?, mi yerno ya conoce mis planes, y está preparado para recibir las quejas de sus vecinos británicos, de las tremenduras de su hija con su suegra. Si como madre me propuse criar hijos felices, como abuela pienso hacerlo doblemente mejor. La próxima vez que tu hijo llegue con una mala nota en matemática del colegio, sorpréndelo con una sonrisa, quizás vaya a ser veterinario y las vacas no saben matemáticas. Además, lo distintivo en el mercado laboral actual son las competencias blandas: inteligencia emocional, comunicación asertiva, inteligencia relacional, toma de decisiones, capacidad… Seguir leyendo La tarea de ser feliz

Mi mundo interior

A veces me siento existiendo en un mundo triste donde mis sonrisas no son bienvenidas, habito en mi mundo interior, en el mundo de lo posible, en un mundo utópico en donde solo el deseo basta para manifestarlo, y traerlo al plano de lo visible. Vivo en el espacio fértil de “creer para ver», en un optimismo incansable, en ese que no necesita ser probado o aprobado por nadie, no necesita argumento para ser. Simplemente sé que vivir del otro lado es una verdadera locura, del lado del pesar, del lamento y la queja, vivir allí es como pretender comer con la boca cerrada o leer con los ojos cerrados.  Todo comienzo requiere dar un salto de Fe, de la apertura de la mente, de la expansión del ser, de creer en algo que quizás sólo nosotros estamos en capacidad de ver.  Lo que hoy sin duda sé, es que la forma que adopte mi realidad es absolutamente mi responsabilidad, no mi culpa, esa de nada sirve, la culpa victimiza, en tanto que la responsabilidad empodera.  Yo soy así Cuando he escuchado “yo soy así”, generalmente se gestó en el espacio de la irresponsabilidad afectiva, y se pronunció luego de haberle hecho daño a alguien. En este caso, mi “yo soy así”, es una suerte de rebeldía anacrónica e inocua, es permanecer felizmente terca en mis creencias que no ameritan ser ciertas, ni aceptadas, solo requieren ser útiles a mis propósitos y sueños.  Sí, yo soy así, optimista, terca, me río de mis chistes malos, bailo sola en casa, soy una enamorada sin retorno de la escritura, y aprendí a hacerme una con la utopía cuando esta me hace feliz. Muchos sufren por anticipado, yo decidí celebrar por anticipado, ya mucho pesar deambula por las calles, prefiero creer que todo anhelo de mi corazón, ya está hecho. ¿Cual es la diferencia?, ninguno de los dos ha ocurrido, la diferencia es que mi espera es serena y placentera. Me casé sin derecho a divorcio con mis creencias, muchas de ellas poco razonables, lo reconozco, y absurdas para la mayoría, pero me pregunto ¿necesitaría permiso para vivir en la queja o en el lamento?, entonces, ¿por qué he de esperar validación para vivir feliz y esperanzada? A veces, solo a veces me siento en un mundo al que no pertenezco, y en el que sin duda, no voy a encajar como quien se pone un zapato apretado esperando adaptarse a él.  ¿No es acaso más fácil y menos doloroso comprar los zapatos de mi talla?, sí, sin duda lo es, pero no luce tan fácil en el mundo y con el mundo, así qué, en lugar de intentar de cambiar el mundo exterior, gobierno mi mundo interior. Porque como dijo el escritor y filósofo Publio Siro “Si quieres gobernar un imperio, gobiérnate a ti mismo”.  También puedes leer: Tus creencias no tienen que ser ciertas, tienen que ser útiles La vida pensada No pienses bien las cosas: Contraintuición Yo soy así

Café espiritual

El café es la segunda bebida más consumida en el mundo después del agua, los hay muy diversos, y más distintas aún son las maneras de prepararlo y disfrutarlo.  Son muy pocas las personas que conozco a quienes no les gusta el café, pero incluso para ellas, escuchar “vamos por un café”, es sinónimo de una invitación a conversar, o a compartir un buen momento.  Hoy mientras me tomaba un buen café, y en mis tiempos de introspección, que por fortuna cada vez ocupan más espacio en mi vida, pensaba en el café y en sus propiedades, mientras disfrutaba de su aroma y su sabor. Inmediatamente pensé, “qué maravilla sería poder tomarnos un café que nos despertara también espiritualmente”. Una especie de café espiritual, y pensé en este artículo y dije ¿cuál es el mío?, ¿qué me hace despertar?, y en lo primero que pensé fue en los años que he pasado dormida, dormida en lo más oscuro de la vida, apagada, deprimida. La depresión apaga los sentidos, la esperanza, el deseo, la risa, y lo peor, apaga las ganas de vivir. Nada despierta en mí mayor empatía que una persona deprimida, siento un deseo de correr a su lado, de abrazarla, de ayudarla, porque sé el horror que es estar deprimido, y por largo tiempo.  El que me conoce, pero no en profundidad, pensará que exagero, o incluso que miento, porque mi personalidad no hace match con una mujer deprimida, todo lo contrario, soy intensamente alegre, jocosa, me río a carcajadas a diario con distintas personas, soy positiva ante toda situación, y mi permanente optimismo incluso causa extrañeza en la gente que me rodea.  Varias veces me han preguntado, “Thamara, ¿cómo haces para ver siempre lo mejor en todo?”, y realmente lo que se me hace imposible es ver lo peor en algo. Tengo una mente entrenada para ser una mujer positiva y optimista siempre, no nací así, lo cultivé intencionalmente. Claro, hay momentos en los que me quiebro, en los que dudo, y hasta me pongo brava con la vida, pero realmente duran muy poco, porque también estoy entrenada para reconocer las emociones en donde no me quiero estacionar. Ahora viendo en retrospectiva los meses, incluso una vez fueron años, en los que he estado deprimida, de cierta manera suscribo unas palabras que leí en un libro de Tony Robbins, donde parafraseando decía algo así como que la depresión se planea. Primero me hizo ruido esa frase, pero luego capté su sentir y la esencia de su mensaje. Tony Robbins comenzó diciendo “cuando eliges estar todo el día en la cama, sin bañarte, comiendo mal, respirando mal, con mala postura, alimentando malos pensamientos, etc, estás planeando la depresión”. Y esto me pareció muy alentador, saber que hay cosas que sí están en nuestro control ante tan devastadora enfermedad. Y sí, de cierta forma hay cosas que sí podemos evitar, como quien detecta un cáncer en un estadío temprano, ya luego, cuando la depresión nos arropa, podría ser tarde para intentar evitarla con éxito.  Este café espiritual podría ser el blindaje emocional y mental que necesitamos para estar conectados con la gratitud, con la esperanza, y con la alegría.  El cerebro no puede estar triste y alegre al mismo tiempo, de hecho, tampoco puede distinguir una risa falsa de una verdadera, así que la próxima vez que te sientas mal, sonríe, esboza una sonrisa en tu cara, de esa forma vas a despistar al cerebro, y pensará que te sientes bien. Suena loco, pero inténtalo, nada tienes que perder. El orden de la emocionalidad es: el pensamiento genera un sentimiento, el sentimiento genera un emoción, la emoción genera una acción, y la acción genera resultados. Si damos un salto tenemos que, pensamientos es igual a resultados. Pero en ese orden, hay atajos, recursos, y uno de ellos lo leí en un libro del Dr Mario Alonso Puig, y dice “El cuerpo es capaz de resolver lo que la cabeza, por más que lo intente, no puede”.  Así que en ocasiones en donde la mente esté jode que jode, levántate, muévete, baila una canción, camina, báñate, finge una sonrisa, piensa en un momento feliz de tu vida, tómate un café, escribe, o todas las anteriores.  Recuerda el café espiritual cada mañana, para mantenernos despiertos desde el alma y desde el ser, porque como decía Facundo Cabral “no estamos deprimidos, estamos distraídos” 🍀

La escritura como terapia y sanación

Thamara escribiendo frente al mar

Una de las recomendaciones en tiempos de crisis, agobio o angustia, es escribir nuestras emociones, la escritura como terapia y sanación es un recurso del cual todos podemos disponer y en cualquier momento. Las letras no juzgan, no se quejan, no bostezan cuando les estás contando una larga historia que podría ser aburrida para muchos. Quizás no necesitas cambiar, solo necesitas drenar. Fluir en letras es terapéutico y sanador,  liberador y seguro. Las líneas siempre se pueden borrar, podemos retroceder y corregir historias. La vida también debería poder funcionar así. Decantar en letras la efervescencia de un encuentro, de una emoción, de unas palabras, puede incluso salvar una relación. ¿Quiénes podemos hacer uso de la escritura terapéutica? No es de pocos el privilegio de escribir, bastan tus manos, tus ideas, tu corazón, tus temores, un cuaderno y un lápiz. Ahora a tu corazón se le pasan las páginas, tus ideas están en orden aunque quizás las letras luzcan desordenadas. Date el regalo de la serenidad de la escritura cuando todo parezca estar mal, haz de ese cuaderno tu desahogo, revísalo de cuando en vez, reconoce la emoción que te llevó a esa línea, abrázala y regresa renovado a la vida, a tu día a día. Tus temores y tristezas quedarán entre tu cuaderno y tú, y te juro que él jamás te traicionará. Regálate un tú más sereno, más dueño de sí, obséquiale a tu entorno  la paz de un alma en orden. Toma la escritura como tu terapia personal de sanación, ¿Para qué estallar en palabras si el cuaderno no guarda rencores? ¿Para qué mostrar una cara de quienes no somos solo por drenar un mal rato?  Todos nos merecemos una segunda oportunidad, todos, pero a veces los únicos capaces de darnos esa oportunidad somos nosotros mismos. Entonces, ¿Para qué averiguar quién nos la iba a negar? Drenar en letras es una oportunidad segura para desahogar el “estoy” y regresar a lo que soy.  Regálate una pera de boxeo que tiene páginas y que el puño sea tu lápiz. Luego cierra el cuaderno, tómate un café, y sonríe de vuelta a lo que eres, lo que ya pasó, pasó sin consecuencias, mañana cuando abras tu cuaderno de nuevo, no habrán reproches, solo más líneas en blanco para seguir escribiendo tu vida.   Thamara Puedes leer también: Café espiritual

Una mujer madura

Una mujer madura se entrega como nadie y ama como pocos. Tiene carácter, responde con convicción lo que tiene en su corazón. No complace, se complace, cede poco y lo da todo, al mismo tiempo que sabe como cuidarse y a quien entregarse. Tanta seguridad a veces abruma, tanto amor propio a veces asusta. Esa mujer luce tan feliz sola que acompañarla luce como un reto para algunos. Hay que sumar a esa vida que luce tan plena para ganarse un puesto en ella, y debes bailar una armónica danza con la paz y la tranquilidad que la rodea. Como las cuerdas de una guitarra, que tocan la misma melodía pero no se tropiezan entre si. No le preguntes a una mujer madura si te necesita, porque si la honestidad la acompaña la respuesta no será de tu agrado. No, ella no te necesita, ella te prefiere y te disfruta, pero cuando te vas esa mujer sigue sonriendo, tomando café y leyendo por las noches su libro favorito. Esa mujer madura se perfuma cuando estás con ella, y lo sigue haciendo cuando ya no estás, ella se arregla para ti, pero no por ti. Es que ella también disfruta verse linda, se toma fotos, se mira al espejo y se dice halagos a si misma. Esa mujer se siente hermosa y plena, segura y tranquila, se ama y se acepta. Quizás en algún momento le dijo a alguien «Sí, acepto!» pero ahora cada mañana se dice a si misma «Sí, me acepto!» y es un matrimonio estable, lleno de amor, de mucho amor propio y de respeto el que lleva consigo misma. En una mujer madura hay espacio para más amor y para más entrega, serías muy afortunado si fueras el elegido. La fortuna de ese amor maduro, solo la reconoce quien está a la altura de recibirlo.

Como ella ama

Amar es un verbo que todos saben conjugar, y muy pocos saben practicar, el amar de forma incondicional es una virtud y tener la certeza de contar con ese amor es una bendición. Hay personas difíciles de superar, y amores imposibles de igualar, ella ama de tal manera, con tal incondicionalidad, que en el camino se olvidó de sí misma. Ella en su camino de amar a otros, se olvidó de saber defenderse, y eso por años me hizo pelear con ella, no la entendía, le reproché varias veces que porqué permitía cosas que no debía permitir, y sólo al pasar los años comprendí, que su entrega al amar es tal, que no hay espacio para límites o reproches, y aunque eso no es algo bueno, en lo absoluto, ahora entiendo que viene en el paquete, que esa humanidad repleta de amor incondicional y entrega absoluta no sabe decir no, no sabe poner límites, no sabe defenderse, ella solo sabe amar. Ya quisiera yo amar de la manera que mi mamá sabe amar, ella y yo somos opuestas en muchos aspectos, y aún así siempre me ha amado y aceptado como soy, nunca oí un descalificativo de parte de mi mamá, jamás, ella siempre ha sido amorosa y paciente con su hija mayor, quien siempre fue rebelde y contestona. Yo debo ser la única persona en el mundo que se ha peleado con mi mamá, pero es que para mi, defender es una manera de amar, y si algo ha necesitado mi mamá varias veces, es eso, quien la defienda. Recuerdo que mi papá siempre le decía “Teresa, a ti quien no te jode es porque no sabe donde vives” y mi madre siempre calladita, siempre prudente, conciliadora, nunca la escuché hablar mal de nadie, nunca se ha metido en ningún problema, a mi mamá la ama todo el mundo, ella esparce amor al andar. Dicen que el amor más parecido al amor de Dios es el amor de una madre, y ciertamente la incondicionalidad al amar de mi mamá, así lo ratifica. Recuerdo que ella llegaba con un pedacito de torta, cada vez que había algún cumpleaños en su trabajo, y lo partía en 5 pedazos, de un pedacito de torta, comíamos mis 2 hermanos, mis padres y yo. Mi mamá comparte todo lo que tiene, siente un inmenso placer al dar, le encanta regalar toda vaina, el que llega a casa de mi mamá y dice “ Ay (Tía, Mamá, etc) que bello eso”, mi mamá responde “llévatelo”. Recuerdo una vez que le lleve algo, no recuerdo que era, creo que era un bulto de 12 kilos de harina, y le dije “Mamá, no es que vas a estar regalando lo que te traje, te lo traje para irme tranquila de viajes”. Siempre me tocaba llevarle todo poco a poco porque si no lo regalaba, pero como me iba de viaje, ni modo, le llevé los 12 kilos de una sola vez, y mi mamá me responde “Hija, si me vas a traer algo, que yo no pueda regalar, mejor no me lo traigas”, así es la nobleza de mi mamá, así es su generosidad, ella realmente se siente feliz al dar, al compartir, así no le quede para ella, ella igual lo da. Como Maria Teresa, nadie sabe amar, como hermana, amó de una manera a su único hermano, lo cuidó y lo apoyó toda la vida, son los hermanos que más he visto compartir a lo largo de sus vidas, nunca se separaron. Mi tío murió hace un mes de Covid-19, a sus 80 años y cada día y varias veces al día mi mamá llora por su hermano. Cuando eran niños y mi tío hacía una travesura, mi mamá decía que había sido ella para que no le pegaran a su hermano, esa vaina es de no creerse, eso no lo hace ningún hermano.  Creo que de varias cosas podemos adolecer en nuestras vidas, sin que eso nos afecte o nos determine, pero si hay algo que marca nuestras vidas, es la manera como nuestros padres nos han amado y nos lo han hecho sentir. Mi mamá siempre nos dio amor, y siempre siempre, me hizo sentir amada y aceptada, con ella hablo de todo, le cuento todo desde niña, se espanta, se ríe, se asombra, pero jamás me ha reclamado, o reprochado nada. Ella marcó mi vida cuando yo tenía 12 años, una noche hablábamos hasta muy tarde, mi rebeldía le robó muchas horas de sueño a mi mamá, muchas noches nos dieron las 2am hablando, y mi mamá con aquella paciencia, cuando lo que provocaba era darme una cachetada, y una de esas tantas noches me dice «Hija, si 100 personas me dicen una cosa, y tú me dices otra, yo siempre te voy a creer a ti». ¿Cómo podría yo defraudar eso? esa noche murió la mentira para mi, a partir de ese día le dije todo, todito, todo a mi mamá, y siempre me regañaban porque era terrible, pero a partir de ese día, sólo me llevé regaños por inventora, pero jamás por mentirosa. Hasta el día de hoy, cuando le comento a mis amigos las cosas que le cuento a mi mamá de 82 años, no me creen. A veces le he contado cosas a mi mamá, que no le cuento a mi hermana, con mi mamá la confianza es plena, absoluta, sabrosa, yo sé que de un «Ay Thamara por favor» no va a pasar, ese es el peor reclamo que mi mamá me hará, pero en realidad en el 90% de los casos lo que hace es reirse, y yo disfruto tanto de hacer reír a mi vieja. El amor de una madre es incondicional, pero el de mi madre, es del más allá. Gracias mi vieja, por habernos llenado toda la vida de tan inmenso amor. Te amo mamá. 

Otra Mamá y otro Papá

Hay distintas realidades y razones para que una persona diga, goce o disfrute de tener más de una madre o más de un padre, eso biológicamente es imposible, pero amorosamente es absolutamente probable. Hoy me inspira a escribir dos grandes amores que tienen mis dos amores más grandes. Mis hermanos son los mejores tíos que conozco, presumen de su amor por mis hijos, mi hermano no tiene hijos y ha vivido el amor de padre con sus sobrinos, él iba a los actos del día padre, cuando el padre de mis hijos no podía ir, y si podía ir, también iba. Ha amado a sus sobrinos, los ha cuidado, los ha provisto, en muchas ocasiones les pagó el colegio, y se cansó a morir de comprar foami, cuando mi hijo, mi Eduardo Luis le decía “Tío, tengo que llevar una lámina de foami mañana”, mi hermano Raúl decía “Coño, pero que gonorrea con ese foami”, ay perdón hermano, pero es que hay cuentos que no se pueden alivianar o edulcorar, y mientras escribo esto me estoy riendo a morir, porque esa frase quedó para la posteridad en mi familia, y cuando queremos ser enfáticos en que algo nos fastidia mucho decimos “que gonorrea con ese foami!”, sigo riendo sin parar!!!. Mi hermano les compraba de todo, lo que necesitaban y lo que querían mis hijos, hasta el día de hoy le dice “mi chiquita” a mi hija Mariandrea que ya tiene 30 años, la trata con más mimo que yo, y eso es mucho decir, porque soy una mamá bien pegostosa e invasora del espacio personal de mi hija, siempre me dice riendo “Mamaaá, mi espacio personal” y yo le respondo “ese lo pierdes cuando llegas a mi casa” y bueno, con todo y eso, mi hermano la amapucha más que yo.  Ahora viene la Tía, mi hermana Tatiana, en la infancia de mis hijos, vivíamos las dos, y los tres nietos en la casa de mi mamá, mis hijos y mi sobrina se criaron como hermanos, cuando mi hermana salía con mi sobrina Valentina, siempre, sin preguntar, sin dudar, ella se llevaba a mis dos hijos, sus sobrinos siempre formaron parte de su presupuesto de recreación, lo mismo que le daba a su hija, se lo daba a mis hijos, y cuando no tenía dinero para sacarlos a los tres, pues nadie salía, jamás se llevó a Valentina sola, siempre andaba con los tres, siempre con su hija y sus sobrinos.  En una ocasión estábamos en la casa de mi hermana en Miami mi hija y yo, y Mariandrea tomaría un vuelo madrugador al día siguiente y mi hermana tenía que trabajar ese día, nos teníamos que despertar a las 3am, yo me podía volver a acostar al llegar a casa, pero mi hermana no. Llegamos al aeropuerto y mi hija y yo le agradecemos que la haya llevado, y mi hermana dice “Hija, yo así sea con las tripas en la mano, tú sabes que tú tía no te deja morir” yo iba en la parte de atrás del carro y se me aguaron los ojos, la verdad nunca tuve una tía así, y cuánta gratitud siento de que mis hijos sí la tengan.  En otra ocasión, cuando pasó lo del huracán Irma en Agosto 2017, mis hijos y mi hermana acababan de llegar a Miami, yo estaba feliz de que mis hijos se hubiesen ido de Venezuela porque fue un año muy complicado con el tema de las protestas antigubernamentales, más de 130 jóvenes murieron por la represión chavista-madurista, y la mayor cantidad de decesos ocurrieron muy cerca de mi casa, yo no tenía paz ni tranquilidad hasta que mis hijos no llegaban a casa, y bueno, yo no había ni terminado de sentir el alivio de que estaban en EEUU, cuando veo en las redes sociales que un huracán de categoría 5, uno de los más fuertes observados en el atlántico, el más fuerte en La Florida después de el huracán Katrina, llegaría a Miami. Yo cometí el error de ponerme a ver por YouTube un canal de noticias que transmitía en vivo, y el periodista no tuvo mejor idea que decir “No va a quedar nada de Miami”, lo escribo y se me eriza la piel de nuevo, eso ocurrió el 30 de Agosto, y mis dos hijos habían llegado 7 días antes a Miami, recuerdo que estaba sentada en la silla de mi oficina, donde estoy ahorita, y me escurrí al piso, llorando de una manera que no recuerdo haberlo hecho en otra ocasión, me faltaba el aire, no podía creer que mis hijos ya no estaban seguros como yo pensaba que lo estarían al llegar a Estados Unidos, lloré tanto, pero tanto, que estoy llorando de solo recordar la angustia tan inmensa que sentí cuando oí al periodista decir eso (por eso desde hace más de 10 años no veo, ni leo noticias, siempre son peores que la realidad). Recuerdo haber pensado, pero Dios mío, quise salvar a mis hijos de Maduro y viene Irma! Esa noche estuve caminando y llorando por todo mi apartamento y repetí cientos de veces “Irma se debilita y se desvía, Irma se debilita y se desvía!” me dormí como a las 4 am, y al despertar reviso mi teléfono y tenía un mensaje de mi hija que decía “Mami, ya es categoría 3 y se desvió!” en estos casos uno suele decir “No lo puedo creer!”, pero por supuesto que yo lo podía creer, a quien se lo pedí? A Dios! Les cuento esto mientras lloro de nuevo, pero esta vez no por recordar mi angustia, sino mi gratitud con mi papá, con mi padre celestial, con Dios. Este cuento comienza porque ese día recibí otro mensaje, el de mi hermana, el de la amorosa tía de mis hijos, ella y yo estábamos bravas en ese momento, habíamos peleado, pero igual me escribió esto “Quiero que estés tranquila, con mi vida voy a cuidar a mis… Seguir leyendo Otra Mamá y otro Papá

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