Thamara López | Escritora

Feliz día de las madres

Supe que iba a ser mamá cuando acababa de cumplir 18 años, nunca me gustó jugar muñecas, me gustaba patinar y las pistas de carro, siempre me encantó manejar, por eso tan pronto me llegaron los pies a los pedales, me robé el carro de mi mamá, a mis 12 años. Cuando supe de mi embarazo, lloré y no de emoción, me dio un susto muy grande, no le había cambiado un pañal ni a una muñeca, y ya venía en camino una muñeca de verdad verdad . Mi primera muñeca fue mi hija, fui una niña sosteniendo a otra niña en sus brazos, cuando veo mis fotos con mi hija pequeña, me sorprendo de lo pequeñas que éramos ambas. Al principio de la maternidad todo es un trajín, no hay mucho tiempo de pensar ni de planear, son meses agotadores en donde el día a día nos atropella. Todo el día se va en cambiar pañales y dar teta, y cuando queda un tiempito, en contemplar cada novedad, un nuevo gesto, una sonrisa, un balbuceo, que ya se sienta, que ya toca darle alimentos sólidos y así se pasa el primer año.  El segundo año es aún más movido, los bebés comienzan a caminar, a hablar, son más impetuosos, demandan más tiempo y atención. Vienen las primeras tremenduras, y las primeras caídas, por mucho que los cuidemos, siempre se caen y el sufrimiento y la culpa que sentimos son enormes. El tiempo vuela Luego, y con la sensación de haber dado un salto cuántico, o de haber viajado en la máquina del tiempo, ya han pasado 33 años desde aquel primer día de las madres. Ya no hay que salir corriendo a comprar foamis ni cartulinas, ni tampoco ir a la dirección del colegio porque hicieron alguna tremendura. Ya no se buscan boletas, no hay actos del día de la madre, y ya no te regalan tarjetas de foami escritas con una letra choretica y tierna. De repente te dicen “madre, cierra la puerta contigo afuera” frase que escuché por primera vez en la adolescencia de mi hijo, porque cuando me decía madre por favor cierra la puerta, yo me quedaba dentro de su cuarto y me reía.  Entonces mi hijo sabía que debía especificar porque sino su madre “pegoste” se quedaba adentro del cuarto con él. Ese mismo período de adolescencia lucía diferente con mi hija, fue más tranquilo por su carácter sereno, mi única preocupación era que le gustaba el rock e iba a los conciertos que siempre eran a 400 Km de casa. Al primer concierto la llevé yo, fue en el poliedro de Caracas, y recuerdo el pavor que sentí cuando dejé a mi hija haciendo la fila con hombres barbudos y tatuados, yo solo pensaba ¿qué hace mi bebé aquí? Recuerdo también, muy especialmente una conversación con mi hija en esos tiempos, un día Mariandrea me dice “Mami, el suelo está muy desacreditado, el suelo también es un lugar para colocar cosas”. Me reí muchísimo, y todavía hoy hay muchas risas en mis conversaciones con mi hija. Ya se pueden imaginar como estaba el suelo del cuarto de mi hija, y la verdad eso jamás me molestó, llegado un límite le decía que lo arreglara (límite tipo ya la puerta no cerraba ni se veía de qué color era la cerámica del piso). Mi maternidad fue más amorosa que rigurosa, yo no me ocupé tanto en que fueran ordenados, siempre me enfoqué en darles amor, y como madre me propuse dos pilares: que mis hijos tuvieran a Dios en su corazón y que fueran felices. Hoy, sé que mis dos anhelos como madre, se han cumplido. Disfruté tanto el tiempo de mis hijos en casa, fueron tantas las risas, y los buenos momentos, que el día que se fueron, en medio de la añoranza, sentí mucha felicidad de verlos crecer, madurar y prosperar.  El amor de madre ha sacado lo mejor de mí, soy una versión muy mejorada de mí como mamá, y pensaba yo, ingenuamente, que ya mi corazón se había expandido a su máximo potencial.  Pensaba yo, que ya había amado hasta lo máximo que se puede amar, porque, ¿a quien se puede amar más que un hijo? Y llegó Kira Marzo 2022, me entra una videollamada, con una cara de mi hija que no conocía, preocupada, sorprendida, temerosa, igual a la cara que seguramente puse yo a mis 18 años, y me dice “mamá, estoy embarazada”. En ese instante, con mi amor de madre la acompaño en el susto, pero en realidad solo quería saltar de emoción. Mi sueño más grande de los más recientes años, se había hecho realidad.  Fui la mujer más feliz “de closet”, me quedé solo siendo la mamá de una hija asustada por la noticia. Pero por dentro, solo había una felicidad indescriptible, iba a ser abuela, ya venía en camino mi nieta soñada.  Siempre anhelé tener una nieta, una nieta hija de mi hija, y a pesar de que solo tenía la información del embarazo, ya en mí habitaba la certeza de que mi nieta venía en camino. Mi yerno apostó conmigo, me dijo que sería varón y yo le dije que no, que sería niña. Apostamos 100$ y yo le dije “Jack, tendré a mi nieta y mis 100$, ya lo verás”, y así fue.   Y ahora en todo veo a mi nieta, a veces no sé si estoy derretida de amor por Kira, que tiene unas caritas y unos gestos que no dejo de captar en fotos y en videos. O si estoy contemplando a mi hija siendo mamá. No sé que me enternece más, si saber la maravillosa madre que tiene mi nieta, o el amor rotundo y robusto que siento por mi Kira. Con Kira he estado en muchos primeros momentos, el más especial el día que nació, yo entré al quirófano, escuché su primer llanto, vi a mi hija enmudecida cuando le pusieron a su hija en el pecho.… Seguir leyendo Feliz día de las madres

Los hijos inservibles no existen, los padres inservibles sí

Los hijos inservibles no existen, los padres inservibles sí. Esta premisa me surgió hace 2 días, durante un debate apasionado en Instagram luego de un comentario, hasta jocoso, que hice. Resulta que una “influencer” no tuvo mejor idea que comentarme, que si a los hijos se les dejaba una herencia, se convierten en inservibles.  Yo en realidad monté en cólera, y le dije que esperaba que sus hijos no leyeran ese comentario, y al final le escribí “por cierto, los hijos inservibles no existen, los padres inservibles sí”. Los padres inservibles sí existen Y fue así como nació este artículo, desde un acalorado contrapunteo en la cuenta de la esposa del influencer @vendecomopro. De hecho, Alexander (@vendecomopro) quiso intervenir en el debate, defendiendo a su esposa, y hasta aludió a mis hijos. Y con motivo de éste fértil espacio para reflexionar que generó esta controversia en mí, les quiero narrar la reflexión que esto me produjo, y mencionarle las características que en mi opinión tienen “los padres inservibles”: Podría continuar, pero con estas ya podemos establecer relaciones con otros comportamientos que sin duda alguna los deja en la categoría de padres inservibles. Haber leído que una mujer, que es madre, se expresa así, aunque fuera hipotéticamente de los hijos, me produjo una ira inmensa, y como siempre, y por fortuna, en la escritura tengo mi refugio, mi paz y mi desahogo más noble. La inspiración puede venir de cualquier lugar, hasta de un comentario en Instagram. Creo que esta vez se me hizo más real que nunca la frase “quien tiene un hijo, tiene todos los hijos del mundo”. Las creencias limitantes que sembramos en nuestros hijos cuando los invalidamos, los juzgamos o los cuestionamos, son la raíz de todos los males en la adultez. Ayer, escuchando una entrevista que le hizo Lewis Howes a Marisa Peer, ella contaba el caso de una de sus pacientes que sufre de narcolepsia (trastorno crónico del sueño que consiste en episodios de somnolencia extrema durante el día). Durante la terapia, la paciente le contó que su mamá le decía cuando era niña “eres un ángel, eres perfecta, porque siempre estás durmiendo, tu hermano no duerme, es el diablo, me está matando”. ¿Sí ven lo mucho que podemos impactar a nuestros hijos con lo que les decimos? Yo primero me corto la lengua antes de decirle a mis hijos, y ahora a mi nieta, que algo que hagan podría convertirlos en inservibles.  El amor de padres debe ser lo más parecido al amor de Dios, debe ser incondicional. Siempre les dije a mis hijos, que no había manera, que no había ninguna posibilidad, de que yo los dejara de amar. Estudiaran o no, sacaran buenas notas o no, ordenaran sus cuartos o no, yo igual los amaría incondicionalmente. Antes de tener hijos, luego ya no hay opción, evalúa si estás en la disposición y el deseo de amar incondicionalmente, de no ser así, no traigas al mundo seres humanos para hacerlos infelices. Nunca supe hasta donde podía amar, hasta el instante en el que me pusieron en el pecho a mi hija.  Nunca imaginé hasta donde se podría expandir mi amor, hasta que mi hija tuvo a su hija y me regaló a la más hermosa nieta que pude imaginar. Nuestros hijos no quieren padres perfectos, quieren padres reales, cercanos y amorosos, asegurate de ser la primera persona en la que tus hijos piensan cuando algo los aflige. Dile a tus hijos “jamás me voy a enojar si tú me dices la verdad”, y cúmplelo, habrás creado un vínculo de confianza y amor, imposible de romper.

La mejor madre

La mejor madre, no podría decir del mundo, porque no las conozco a todas, pero mi hija sin duda es una madre increíble. Al verla, llena de ternura, paciencia y amor (creo que los tres ingredientes más importantes para ejercer la maternidad), recuerdo aquella conversación a sus 17 años en donde me dijo que ella no iba a ser mamá. Yo le decía, “hija, hay ramas y profundidades del amor que no vas a conocer si no eres mamá”, y ella, como siempre y desde siempre, tan profunda hasta en lo simple, sabe explicar lo rotundo con sencillez y me dijo “Ay no mami, eso es muy difícil, uno sufre hasta cuando no agarran coroticos en la piñata”. Yo, para aquel entonces tenía 36 años y ya dos hijos, y no me había puesto a pesar la tragedia que era para mí cuando a mis hijos no les iba bien en la piñata, recuerdo que si andaba en tacones, me los quitaba y me metía en aquella piñata determinada a salir con los mejores juguetitos para consolar a mis hijos, a mi hijo siempre le iba mejor en las piñatas que a mi hija. Esa noche, ante aquella expresión que parecía simple para evaluar o no la maternidad, supe lo que ya sabía, que mi hija sería una gran madre, que su tema no era no querer tener hijos, era no querer verlos sufrir, asunto muy inevitable por cierto.  Luego de esa noche, mi manera recurrente de meterme con ella, era bromear con mi nietica, y mi hija me decía “mamá, yo ni novio tengo, y tú hablando de nietica, deja que los nietos te los dé mi hermano”.  Y sí, seguramente también me dará nietos mi hijo, pero es cuando a mi se me mete una vaina en la cabeza, más rápido se me sale la cabeza que la vaina, y yo quería una hija de mi hija.  Pasaron los años, que jode, casi 15 años, y nada de novio ni nada que se le pareciera, yo seguía orando por el esposo de mi hija, y hasta tenía una foto de mi nieta soñada en la galería de mi teléfono. Algunas personas incluso pensaban que yo ya era abuela, porque me oían hablando de mi nieta.  Yo simplemente la estaba manifestando. No puedo dar detalles de esta historia de amor, mi hija no me ha vendido los derechos, pero el día que conocí al novio de mi hija, lo abracé y los dos lloramos, y ese día supe que estaba abrazando al hombre por el que había estado orando para mi hija.  Supe que sería su esposo y el padre de esa nietica que estaba anhelando desde hace años. No exagero, nuestra primera conversación fue sobre mis oraciones y resultaron ser parecidas a las suyas, como digo, no puedo ahondar en detalles, cuando convenza a mi hija lo haré.  Mi nieta, la que hizo de mi hija, la mejor madre Pasaron pocos meses de ese amor bonito y único entre mi hija y el papá de Kira, cuando llegó la noticia que ellos no esperaban, pero yo sí, “mamá, (con cara asustada, muy asustada) estoy embarazada”, yo al verla tan asustada por esa videollamada no demostré mi pletórica felicidad, fui mamá solamente, salí corriendo a su casa, y los abracé a los dos que estaban llorando. Esa noche, Jack me dice “¿suegra, quieres sushi? “, fue nuestra manera de pasar el susto. Era un día antes del día de la madre del 2022. Y casi en silencio, los tres cenamos sushi sabiendo que venía un gran cambio para todos. Ya para el día siguiente, el susto se había hecho pequeño, celebramos el día de la madre, comimos rico, y ya todo parecía la nueva normalidad. Los planes de mochila, equipaje ligero y de corto plazo, habían cambiado por el más hermoso plan de largo plazo en la vida, UN HIJO (bueno, una hija, porque siempre supe que tendría una nieta). Ellos se miraban, con amor pero asustados, y yo pensaba “si supieran lo que les espera, un amor indescriptible, un año de poco sueño, un susto en la barriga que no se va, y una vida que jamás volverá a ser la misma”. Llega el 9 de diciembre de 2022, llega Kira Howarth Rojas, perfecta, blanca como la nieve, pequeñita, preciosa e igualita a su papá. Yo estuve en el quirófano, oí su primer llanto, vi a mi hija paralizada, la Dra le decía “Mariandrea, puedes hablarle”, y mi hija solo la miraba como quien contemplaba el mayor milagro de su vida, en efecto lo era.  Yo le hablaba, le decía “Kira, soy tu abuelita, ¿reconoces mi voz?, me había pasado todo el embarazo de mi hija hablándole, mientras no paraba de llorar, mi emoción era indescriptible.  Esa noche, la pasamos las tres en la clínica, mi hija, mi nieta y yo, cargué a Kira toda la noche, no la quería soltar, le canté canciones que le compuse esa misma noche, esa misma noche que mi vida cambió para siempre. Desde ese día, mi mayor ocupación del ser, y del alma, es ser madre, y sobre todo abuela, me he cansado, sí, hasta me he agotado, ya no duermo como de costumbre, ya no estaba acostumbrada a estos trotes, pero vaya que no lo cambio por nada.  Cada sonrisa que me ha regalado mi nieta, cada vez que una ropita le queda pequeña, y saber que ha crecido ante mis ojos, y ahora que lo pienso, este escrito era para dedicárselo a mi hija por lo extraordinaria madre es, bueno, que vaina, los delirios de una abuela son difíciles de ocultar. Kira tiene una fortuna, que yo quisiera que tuvieran todos los niños del mundo, un hogar lleno de paz, serenidad y muchísimo amor, tiene unos padres que le mostrarán lo mejor de sí, y lo mejor del mundo.  Y, tiene una abuela, que desde que supo de su existencia, no hace otra cosa que pensar cómo disfrutarla… Seguir leyendo La mejor madre

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