Thamara López | Escritora

Mis 52 años y un viaje con una sonrisa de primera clase

Siendo amada por mi hijo, gracias Dios.

Esta historia comienzo a escribirla el día de mi cumpleaños 52, el 14 de Noviembre 2023, a bordo de un vuelo con destino a la ciudad de Miami. Cuando abordé el avión lo primero que vi fue una gran sonrisa que me dio la bienvenida, luego supe que se llamaba Mario.  Abordé ese vuelo inmensamente feliz, me parecía mentira que en pocas horas vería a mi hijo, y al subir al avión me encontré un tripulante con una hermosa sonrisa y le digo “estoy cumpliendo años, ¿me quieres obsequiar un asiento en primera clase por mi cumpleaños? El se ríe y me dice “está un poco difícil, pero déjame ver que puedo hacer”. Yo como siempre, soy de las que prefiere pedir perdón, que pedir permiso. Así que al menos lo intenté. El avión estaba full, no sé cómo pasó pero estuve sola durante todo el vuelo en una fila de tres asientos solo para mí, eran los únicos dos asientos libres en todo el avión. Mario, el tripulante del vuelo, me trajo champagne, un ponqué de arequipe (como si supiera que es mi favorito), y una rica cena caliente (no es cualquier cosa una cena caliente en un vuelo). Como si fuera poco, estaba yo distraída y feliz, cuando oigo mi nombre por el altavoz, Mario me estaba felicitando por mi cumpleaños. Yo quisiera haber grabado eso, pero fue sorpresa. En Miami me espera mi hijo, quien me invitó a pasar  mi cumpleaños y la Navidad con él.  El día que mi hijo me llamó para decirme que me tenía esta sorpresa, lloré muchísimo de felicidad, y por sentir que este era un regalo de Dios también para mí.  Hace 4 años, cuando estuve por última vez en Miami, mis días no fueron tan felices ni afortunados la verdad, así que pude ver la mano de Dios en la invitación de mi hijo. Hoy recuerdo esto solo para agradecer este regreso tan lleno de amor y sin duda tan diferente en todo sentido.  Hoy hago menos planes, y disfruto más las cosas, como vengan y de quien vengan, hago lo que propone Joe Dispenza, vivo la emoción antes que la experiencia. Una especie de felicidad cobrada por anticipado. Y puedo celebrar por anticipado por dos razones, soy la hija de Dios, y porque me lo merezco. Haber pasado tres semanas en mi casa celebrando mi encuentro con mi hijo en Miami, antes de que ocurriera, no solo facilitó su manifestación, sino que prolongó mi gozo. Así que creo que vale la alegría comenzar a celebrar por anticipado, pura ganancia. Esas tres semanas previas al viaje, hablé a diario con la oficina celestial (otro día les hablo del libro pon el cielo a trabajar) para contratar el mejor asistente de viajes, y al mejor oficial de migración para que me diera la bienvenida a Estados Unidos. Bueno, la oficina celestial hizo su trabajo, el oficial me hizo solo 3 preguntas: ¿hasta cuando estará en los Estados Unidos?, ¿cuanto efectivo trae? y ¿qué hace Ud en Venezuela? siempre con una sonrisa. No conforme con su amabilidad, cuando le digo que soy escritora, veo que entre a google en su computadora y me dice «ah, tiene un evento del libro en down town hasta el 19 de Noviembre para que vaya si quiere». Fue una manera más que cordial para decirme «Bienvenida a Estados Unidos». Mis 52 años comenzaron en un vuelo con una sonrisa que vale más que un asiento en primera clase, sí, la de Mario Blanco el tripulante de la aerolínea Copa, luego me topé con un amable oficial de migración, y posteriormente me encontré con mi familia, tenía años que no celebraba un cumpleaños en familia. Estar con mi hijo, verlo, besarlo y abrazarlo todos los días, es un milagro que estoy disfrutando minuto a minuto. Lo hago devolverse cuando sale de casa sin darme un beso, y sin recibir mi bendición. No, no importa que tenga 29 años. Mis 52 años arrancaron de lujo, mejor de lo que soñé, y la verdad no planeé nada, solo dije “Papá, sorpréndeme” y la magia ocurrió. A veces lo que debemos hacer, es no hacer nada. A veces recibir desde la quietud, la serenidad y la confianza las bendiciones que Dios tiene para nuestras vidas, es lo único que tenemos que hacer.    Felices 52 años para mí, la vida apenas comienza. Gracias Mario por haber hecho ese vuelo tan especial para mí, las personas como tú hacen toda la diferencia en cualquier circunstancia de la vida, para mí es super importante y especial recibir muestras de cariño y detalles en mi cumpleaños, y tú, sin conocerme, me hiciste sentir muy especial. Te amo Dios, mi papito amoroso y perfecto, gracias por todo tu amor y tu cuidado, permíteme crecer en mi Fe y cada día acercarme más a ti y transitar en tus planes. 

Una noche venezolana en Miami

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Al día de hoy, casi al final del 2023, es poco lo que se puede extrañar de Venezuela en Miami, nos hemos adueñado casi de todas las esquinas de esta ciudad hermosa, multicultural, complicada, y de un clima aún más loco que su tráfico. Hemos incluso arrinconado al idioma, y en cada lugar de la ciudad, se habla español. La última vez que vine, año 2019, había que esforzarse por conseguir un chocolate carré, hoy, Noviembre 2023, fue lo primero que vi al entrar a la cadena CVS. Es solo una simple mención, pero un gran reflejo de lo que es ver tu cultura y tus gustos en cada lugar de Miami, empanadas, harina pan, cachitos, y hasta hallacas listas en los mostradores. Aquí podemos comer como en casa, bueno, a excepción del queso blanco, con el queso sí que estamos jodidos los venezolanos aquí, no hay manera de encontrar un buen queso blanco en esta ciudad ni en este país, el que logre fabricarlo y venderlo, la pega del techo porque tendrá a todo el gentilicio venezolano de cliente.  Nuestra gastronomía nos mantiene en casa La gastronomía de un lugar es como una cobija de tu tierra, uno siente el sazón de la madre en otras tierras y te sientes en casa, bueno, no en mi caso, mi madre no cocina y yo heredé ese mal gusto, así que mis dos hijos, hoy fuera de tierras venezolanas, extrañan mis abrazos pero no mi sazón. Y sí, la comidita de casa te mantiene cerca de tus afectos, pero la gente, la gente es la que realmente hace de una casa un hogar, y de una parrilla o compartir, un desmadre venezolano en donde luego de estrechar la mano y un “mucho gusto”, ya de ahí en adelante olvídate del decoro, la distancia o la categoría.  Así somos en Venezuela Hace 2 días estuve en una reunión venezolana en Miami, y tal como te cuento en el párrafo anterior, a uno no le da tiempo de pasar por la prudencia o la distancia, es cuestión de minutos caer incluso en intimidades sexuales como quien habla con tu mejor amiga de toda la vida.  Ya no se habla, se grita a ver quien corre con la suerte de sobresalir en decibeles sobre el resto y poder echar tu cuento.  En ese desmadre de confianza precoz caemos todos, de todas las edades, ¿respeto? en nuestros términos, se respeta tuteando, chalequeando (bullying como dice la gente fina), y sacándole los trapitos a la gente. Aquí en estos encuentros venezolanos, el que se arreche (no en jerga colombiana, sino en jerga venezolana que significa molestarse en grado superlativo) pierde, olvídate de que van a dejar de joder si te molestas, te tendrás que ir, en cuyo caso les habrás dado el motivo de cagarse de la risa por el resto de la noche.  En estos desmadres venezolanos hay risas, improperios, imprudencias y mucha pero mucha calidez, uno llega saludando con la mano con el poquito decoro que nos queda como gentilicio, y se va apretando y besando a la gente como si la conociera de toda la vida.  A mi me encanta mi gente, con palabrotas, bien confianzudos, gritones, inapropiados, genuinos y muy reales, cuando vemos un gordo le decimos “coño vale, ¿estás reteniendo líquido marico?”, entre gringos la frase equivalente sería “omg, you look amazing!”, por eso aquí hay tanto gordo, porque nadie les dice que están gordos.  Este artículo lo dedico a la familia Alonso, quién hace 3 días me hizo sentir en casa, con bollos, ensalada de gallina y pernil incluido, me sentí en casa por la comida, y en casa por los abrazos y las risas. Amo mi gentilicio alborotado, que se siente donde llega, aquí estamos en Miami los cubanos y los venezolanos coexistiendo y viendo a ver quienes somos más escandalosos, ellos nos ganan en número, por ahora, porque llegaron primero, pero en la periquera (bulla, gente que habla alto, aclaro por si acaso estableces otra asociación inapropiada), creo que estamos tablas.  Emigrar no es fácil, pero si tienes quien cocine tu comida favorita, y quien te abrace fuera de tu tierra, sin duda se diluyen las añoranzas para dar paso a la gratitud de tener un nuevo hogar. Al final, el hogar es donde está el corazón, y yo en esta navidad, aunque estoy fuera de mi casa, estoy en mi hogar estando en Miami, porque los brazos de mi hijo siempre serán mi hogar. 

El camino más fácil hacia la felicidad, es la felicidad intencional

¿Quieres ser feliz? seguramente respondiste que sí. Pero así como para ser ingeniero, no basta con las ganas, para ser feliz tampoco. Acompáñame a descubrir el camino más fácil hacia la felicidad, la felicidad intencional. Hay algo que nadie dice, o al menos yo no lo he oído ni leído, y es cómo se construye la felicidad intencionalmente, desde mi ser. Desde cosas como poner la mente a tu servicio, que no sea tu ama, sino tu sierva. La mente es caótica, tenemos que dominarla o de lo contrario te volverá la vida un perenne caos. El mundo real siempre es más benevolente que el mundo mental, esta frase ya nos dice mucho. Vamos a aterrizar las ideas, porque en tu mente podrías estar pensando que necesitas dinero, determinado trabajo, ciertas personas a tu lado, un cuerpo de tal forma, etc. Y sí, el dinero es una poderosa herramienta y un recurso maravilloso que nos da opciones, el trabajo de nuestros sueños es un privilegio que debemos agradecer, un cuerpo sano y hermoso nos hace la vida más fácil, y tener buenas relaciones es una inmensa bendición. Ahora, que pensemos que para ser feliz necesitamos esas cosas, es exactamente lo opuesto, ser felices nos hará manifestar todo aquello que deseamos. Eso lo llama el Dr Joe Dispenza, la emoción antes que la experiencia, y es que no hay ninguna razón para posponer la emoción o felicidad que algo nos produciría si ya estamos seguros de que lo vamos a lograr u obtener. Solo hay una sola cosa que debo tener antes, para que construir la felicidad sea más fácil, y es salud plena. Estoy escribiendo un ebook que se llama sanación plena y felicidad intencional. En Abril de este 2024 ya estará publicado. Porque se me hizo muy difícil imaginar a alguien que no tiene salud intentando ser feliz. Aunque debo decir, que cuando me diagnosticaron el cáncer, sentí la felicidad de la sanación antes de verla manifestada en mi vida, ese momento de mi vida es mágico e inexplicable, así que no puedo suponer que a todas las personas se les hará igual de fácil manifestar su salud. Quiero destacar que todos tenemos la misma capacidad de autosanación, solo que algunos hemos despertado ante esa realidad y otros no, por eso quiero facilitar ese camino con mi nuevo libro, en base a mi experiencia personal, y a todo lo que he aprendido todos estos años. Claro, te puedo decir que en mi experiencia personal, y durante el momento más elevado de mi existencia, fui feliz antes de sanar del cáncer, pero juro que hasta hoy no sé muy bien cómo lo logré.  En el momento que descubra los detalles para lograrlo, y construir una información que puedan replicar, se los diré sin duda alguna. La coherencia me parece fundamental para tener credibilidad, yo no te puedo enseñar cómo llegar a lugares a donde aún yo no he llegado, pero sí te puedo compartir mi experiencia de cómo sané de un cáncer milagrosamente, y cómo ser fundamentalmente feliz. Sané de un cáncer sin intervención humana, no tomé ningún medicamento, ni me sometí a ningún tratamiento médico, y he logrado ser feliz estructuralmente, es decir, que la mayoría del tiempo lo soy. Por supuesto que hay coyunturas en donde no me siento feliz ni conforme con lo que está pasando. Pero con prontitud regreso al gozo que construyo de manera intencional.  No te voy a decir todo lo que hago, pero te diré lo que hago todos los días, al final lo que hace la diferencia es lo que hacemos repetidas veces. Diariamente: Conviértete en un paranóico inverso, en lugar de esperar siempre lo malo y lo peor, espera siempre lo mejor, es la misma inversión de tiempo y energía. Recuerda la frase que dijo Henry Ford “tanto si crees que puedes, como si crees que no, en ambos casos estás en lo correcto”.

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