Thamara López | Escritora

Una musa mal vestida 

Quien diría que la falta de inspiración ha inspirado este artículo. El lado malo de lo auténtico, de lo que fluye, es que parece estar reñido con la disciplina, la estructura y la constancia. Así que escribir por inspiración, tiene esencia pero no estructura ni orden alguno.

Al menos en mi experiencia como escritora, escribir por escribir, como un acto disciplinado que hay que hacerlo cuando “toca”, no se me da. Siento que mis letras carecen de corazón cuando escribo sin inspiración. 

El romance no da dinero, eso dicen, y a veces yo también lo creo, pero el disfrute del camino también es muy rentable para el alma. 

He leído de escritores, como Isabel Allende por ejemplo, quien cada 8 de Enero se sienta frente a su computador a escribir una nueva novela, yo admiro profundamente esas historias, y hasta he flirteado con la idea de emularlas.

También he leído que Julio Cortázar tardó 10 años en escribir su obra más célebre, así que en materia de tiempos y rigores, no han escrito los autores.

Encontrar mi propia forma de hacer las cosas me está tomando toda la vida, y eso me gusta, porque eso me da libertad y el permiso de cambiar, de crecer, de evolucionar, y de jamás casarme con la frase “yo soy así”.

Cambiar de opinión, eso sí se me da bien.

Parafraseando algo que leí hace años, “si me conoces desde hace muchos años, permíteme presentarme de nuevo”. Es una metáfora que expresa con suma claridad la evolución a la que deberíamos estar todos obligados a experimentar. 

Porque eso de quedarnos estacionados, es muy aburrido. Yo no quiero experimentar el lamento común antes de morir, «arrepentirme de lo que no hice».

Prefiero pedir perdón que pedir permiso, y esto lo hago desde los 12 años que le pedía perdón a mi mamá por robarle el carro.  

Todo lo que se detiene, no se usa, o se estanca termina perdiéndose, o dañándose. Cuando salgo de viajes y dejo mi casa sola y cerrada, al llegar encuentro varias cosas dañadas, así pasa con nuestras capacidades.

Hay una frase en inglés que dice “use it or lose it”, que significa  “usarlo o perderlo”, es un término muy usado en neurociencia para señalar que cuando dejamos de usar algunas funciones de nuestro cerebro, las vamos perdiendo. 

La incomodidad de lo desconocido es terreno fértil para el crecimiento y la expansión. y en ocasiones la zona de confort termina siendo la más incómoda de todas, y al mismo tiempo el lugar de donde más nos cuesta salir.

Como la historia de la rana que salta al caer en agua hirviendo, mientras que a otra rana que la colocan dentro de la olla mientras se calienta lentamente el agua, se queda ahí y sin darse cuenta muere lentamente.  

¡Morimos lentamente cuando no crecemos!

En una ocasión, me hice un estudio cerebral, y el médico me dijo que tenía una actividad cerebral muy acelerada, por eso siento que a veces concateno ideas de manera muy acelerada y que a la vista de la mayoría podrían no tener relación. Salto de un punto al otro y pienso que solo en mi mente eso tiene un hilo conductor.

Algún día contaré las cosas que le hicieron a mi cerebro desde que nací, es mi segundo libro de hecho, y tengo tanto miedo de contar eso, pero es justamente ese miedo lo que me dice que tengo que hacerlo. Así que lo haré con miedo y todo.

Esas cosas que la medicina tradicional de los años 70’s, le hicieron a mi cerebro de bebé, podría ser la explicación de tantas cosas en mi vida, de esa manera particular de ver las cosas, de vivir y de existir.

Al final creo que terminaré agradeciendo la ignorancia médica de la época. Y seguramente eso explica que instintivamente, rechace a la medicina tradicional, y siempre elija seguir mi intuición en lugar de un récipe con bata blanca.

Este artículo es una prueba de ello, comencé hablando de que lo genuino, la esencia y lo que fluye pareciera estar peleado con la disciplina, y di un salto súbito a otros temas. 

Así ha estado mi mente en las últimas semanas, escribo y la narrativa y el tema dan un salto cuántico y yo decido cerrar la laptop y no publicar mis ideas. Sintiéndome hasta incómoda con mis letras, como cuando uno sale a la calle con un niño malcriado.

Hoy, Domingo 23 de Junio de 2024 no lo haré, y ventilaré un poco de caos mental, con esencia pero sin orden, porque  así he decidido vivir y escribir al fin y al cabo. 

Quizás encuentre allá afuera alguien con la mente dispersa, pero el alma serena y el corazón en paz, que abrace estas letras. A veces mi alma puede no estar serena, pero mi corazón siempre está en paz.

Dijo Miguel Ángel «todo lo que hay que hacer con la piedra es remover todo lo que NO es el David».

La obra más célebre de Cortázar, Rayuela, trae un índice alocado como guía de lectura, el lo llama “tablero de dirección”, que te invita a saltar capítulos, sin orden cronológico ni lógico, y fue la obra que le dio fama mundial.

A veces dejar ver lo que consideramos raro, o las grietas de la inspiración o de nuestra creatividad, es un riesgo que pudiera funcionar. Funcionar para llegar y para conectar. 

He sentido las últimas 6 semanas, que mis artículos necesitan un “tablero de dirección”, o quizás estoy de prejuiciosa pensando que mi desorden de ideas no pueda tener orden en otra mente que no sea la mía. 

Dicen que como se hace una cosa se hace todo, y la verdad a mi el orden “natural” no se me da, en casi todo en la vida he alterado el orden habitual, incluso en lo más rutinario.

Sé cuando tengo la mente en modo creación y caos al mismo tiempo, me cuesta leer por largo rato, tengo el cuarto de los peroles en completo desorden, el escritorio me cuesta mantenerlo ordenado, en fin, el mundo exterior refleja el mundo interior. 

Pero de alguna manera, cuando hoy publique esto, todo se va a ordenar, hay magia en escribir, y hay más magia en escribir y publicar, no lo sé explicar, solo lo sé experimentar. 

Y para redondear esto, y volver a la falta de inspiración que me inspiró a escribir esto, te invito a escribir como terapia, lo publiques o no, lo hagas a mano (que es aún mejor) o en tu computador.

Escribir sin juicios, como hoy, que digo que la musa me ha abandonado pero quizás solo se ha presentado en malas fachas. Así como cuando un cliente adinerado entra mal vestido a una tienda y nadie lo quiere atender. 

Como la escena de Julia Robert en “Mujer bonita”, que entra a una tienda con una tarjeta sin límite y la prejuiciosa vendedora no la atendió por su aspecto de mujer sin clase. 

Quizás mi musa entró sin perfumarse todas estas semanas y yo la ignoré, porque siempre llega elegante, con claridad y serenidad. 

¿Y si ahora debo convertir el caos mental en letras?

¿Y si durante semanas, meses o años, debo escribir con saltos cuánticos de ideas que parecen no concatenar y que requieren tableros de dirección?

¿Y si al final de este camino tortuoso (que significa torcido y la gente cree que la palabra proviene de tortura) veo la luz más rutilante de mi vida?

Dicen que los artistas en ocasiones están en la nada aparente, y que al salir de allí, producen sus más grandes obras. Es difícil transitar por esos espacios en un mundo de “doers”, de hacedores, de gente ocupada todo el tiempo como símbolo de éxito y prosperidad.

En ocasiones solo hay que abrazar los estados emocionales, reflexionar y encontrar sentido en ellos, sin juicios, sólo contemplar el hoy, tomar notas y tomar café, en un día lluvioso como hoy.

Feliz Domingo estés donde estés.

El arte de mandar todo al carajo

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