La sanación y el crecimiento personal son buenos amigos. En ocasiones la sanación precede al crecimiento personal, y algunas veces ocurre al contrario. Pero siempre se complementan.
El crecimiento personal no es algo que se alcanza o a lo que se llega. Es un camino como la vida misma, con tropiezos, con baches, con retos, con renuncias y nuevos comienzos.
Es un camino sin fin, en mi versión personal de la célebre frase de Sócrates “yo sólo sé que no sé nada”, es saber que cada vez sé menos y eso en ocasiones es un tanto abrumador.
No recuerdo el día en el que comencé a leer, solo recuerdo claramente que no me gustaba hacerlo, y que lo único que leí durante décadas, fue el diccionario.
A los 8 años agarré por primera vez un diccionario, y me enamoré del vocabulario, de saber como podía decir lo mismo de diferentes formas. Recuerdo a mi Tío Efrén, quien me animó a leerlo decirme «sobrina, el único profesor que no se pondrá bravo si le preguntas muchas veces lo mismo, es el diccionario».
Mi amor por el diccionario sin duda me ha servido muchísimo en mi pasión por escribir.
La escritura me salva en los días en donde a mi mente inquieta no le basta con pensar, o hablar, sino que necesita servirse de las letras para ordenarse. Es una especie de autoterapia.
Mi amor por la escritura también fue un gran estímulo para comenzar a leer, porque primero me enamoré de la escritura que de la lectura. No me parecía coherente que una escritora no leyera, y aunque parece un orden invertido, fue el mío.
El crecimiento personal y la sanación, en mi caso, han estado tomados de la mano, como una especie de enamorados eternos. Mi robusta Fe y mi despertar del alma, me hicieron reconocer un poder interior que me sanó de un cáncer milagrosamente en 90 días.
Hoy, parte de lo que hago con mis días, y con mi energía, es inspirar a las personas a reconocer algo que yace dentro de ellas, y que solo está dormido, el poder de la autosanación. Yo solo paso a recordarles algo que ya saben.
El aprendizaje entra por repetición, este mensaje me lo recuerdo a diario, y se lo recuerdo a quienes me leen y encuentran en mis letras, Dios permita que así sea, una fuente de inspiración y motivación para conquistar su sanación plena.
Las personas sanas tenemos un montón de sueños, pero las personas enfermas solo tienen uno, sanar. Así que le dedico un buen espacio de mi vida y de mis letras a este tema porque lo primero para alcanzar nuestros sueños, y ser felices, es estar plenamente sanos.
La alianza perfecta entre el camino del crecimiento personal y la sanación tiene muchas aristas, imagina tu crecimiento personal como una especie de filtro.
Imagina que estás colando un café, en el filtro de la cafetera se queda lo que no quieres, lo que no te vas tomar, la borra del café. Lo mismo pasa cuando crecemos y nos desarrollamos como personas.
Hay personas que se van quedando en el camino, que no nos acompañan en la evolución, que de momento parecieran estar hablando en un idioma desconocido, y no hay nada que nos una más a ellas. Personas a quienes podríamos decirles «permíteme presentarme nuevamente».
Ese filtro, ese “decantar” de la vida cuando nos vamos despertando, va transformando y depurando el entorno, y se queda solo aquello que resuena con nuestros nuevos intereses y nuestra nueva vida.
Esa depuración relacional, es parte fundamental y estructural de la sanación. En mi caso, cuando aquel diagnóstico, fue lo primero que hice, alejarme de muchos y refugiarme en mi Fe, mi paz y mi tranquilidad.
He atendido en sesiones individuales de sanación a personas que se encuentran atascadas en un malestar de salud, algunos muy graves, como un cáncer en etapa (mal llamada por la medicina tradicional) “terminal”.
Me resulta tan molesto y lamentable que quienes deberían dar pronósticos de esperanza, den diagnósticos de muerte.
En todos los casos, el 100% de esos casos, son personas que me han manifestado que están en entornos complicados, y no tienen la determinación (y ellos piensan que tampoco la capacidad) de limpiar ese entorno en pro de su sanación.
A mi se me hace muy difícil comprender ese comportamiento, les digo “de eso depende tu sanación”, y aún así me responden cosas como “es que mi abuelita está muy mayor”, como excusa para no alejarse de una abuela negativa que a diario le recuerda que se va a morir.
Alguien me dijo hace poco “me he leído demasiados libros de autoayuda”, fue su respuesta para no tomar una recomendación de leer un libro.
Le dije, “no importa la cantidad de libros que leas, lo que importa es la cantidad de páginas que hayas aplicado en tu vida”.
Tú puedes asistir a terapias de sanación, puedes irte a meditar a La India, hacer yoga, etc, pero si no cuidas tus emociones, sino preservas tu ambiente emocional, y tu entorno relacional, será como acelerar un carro con el freno de mano puesto.
Si estás leyendo esto, no tengo dudas que has comenzado el hermoso, irreversible e interminable camino del crecimiento y del desarrollo personal.
Honra tu proceso, el tiempo que le dedicas, los libros que lees, las terapias a las que asistes, los cursos que has hecho, y cuida con celo todo lo que te rodea: espacio físico, personas, lo que dices, lo que te dices, lo que piensas, y muy especialmente lo que escuchas.
Ghandi decía “Cuida tus palabras, porque se convertirán en tus actos. Cuida tus actos, porque se convertirán en tus hábitos. Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu destino».
Otra frase célebre de Ghandi “si quieres cambiar al mundo, cámbiate a ti mismo”. No esperes que tu mamá, tus hermanos, tu cónyuge, tus amigos, etc, cambien, eso no depende de ti y generalmente no ocurre.
El estoico Ciro dijo, “si quieres tener un imperio, gobiérnate a ti mismo”.
Todo parte de nosotros, haz de tu crecimiento personal y espiritual tu blindaje para mantener tu salud plena, no cedas espacios de energía vital, porque de ello dependerá la calidad de tu salud y por ende, la calidad de tu vida.
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