Thamara López | Escritora

El arte de mandar todo al carajo

Algunas veces un detox relacional nos puede asegurar la paz mental, la salud espiritual y en ocasiones nos puede salvar la vida. Dominar el arte de mandar todo al carajo, puede ser una necesidad y una bendición.

“El ser humano cambia cuando está harto de estar harto”, esta frase se la escuché a Mario Alonso Puig, uno de mis escritores y conferencistas favoritos [quizás el favorito], pronto viene a mi ciudad e iré a verlo. Así que quizás estar harto de estar harto sea el empujón que necesitas.

Mark Manson en su libro titulado “El sutil arte de que -casi todo- te importe una mierda“ nos regala una guía con un lenguaje irreverente para mandar al carajo a todo aquello que no nos importa. En realidad solo leí una sinopsis, no he leído el libro, eso de mandar a la gente al carajo se me da bien.

En ocasiones a algunas personas, no es mi caso afortunadamente, les cuesta alejarse de la gente que los lastima, hace poco estaba dando una sesión de terapia de sanación y Luz (la llamaremos así para proteger su identidad y porque es una mujer de mucha luz), una mujer hermosa y con una energía muy bonita, me decía “toda mi familia es muy negativa”, y me confesó su incapacidad de mandarlos al carajo. 

Luz tiene cáncer, está mejorando mucho gracias a Dios, y le dije la importancia del entorno, de mantenerse alegre y positiva, y de cuidar celosamente sus energías y las personas de quien se rodea. 

Dentro de todas las herramientas que le di para su sanación plena, le pedí que se alejara de personas negativas, que le huyera a la queja, que eso no le suma en su camino de sanación

Al final de la sesión, cuando estábamos hablando de la quejadera de su familia, con la cual vive, le sugerí ponerse unos audífonos para no escuchar esa negatividad. Le dije, vas a saludar, te sonríes y les dices «tengo que escuchar unos audios que me mandaron para sanar», y te blindas con los audífonos.

De hecho Rosa me dijo que ella siempre se despertaba con buen ánimo, y que cuando escuchaba a su familia se le bajaba el ánimo inmediatamente. Más que evidente que el entorno nos define, de hecho uno de los aspectos medulares para instaurar hábitos positivos es el entorno.

Hace poco escuché una frase “estar solo es un superpoder”. De verdad la abrazo fuertemente, para mi la soledad es oro, es paz, es encuentro, es inspiración, creatividad, serenidad y gozo. 

Y muy especialmente si quienes te rodean, son un drenaje de energía. Porque una cosa es estar solo, y otra muy distinta sentirse solo, yo vivo sola, pero no tengo esa sensación de soledad, al contrario, me encanta vivir sola y es para mí una especie de burbuja que construyo para alcanzar todas mis metas.

Hago de vivir sola una especie de laboratorio de crecimiento personal en donde destino mi tiempo y mis espacios a crecer en las áreas que me apasionan.

Familia es familia

En ocasiones no es fácil decidir, ni menos accionar en esa depuración del entorno, ejecutar ese detox emocional y relacional puede ser complejo. Y más si son personas muy cercanas, y peor aún si viven contigo.

Esa lista de personas que no quiero cerca, ha crecido en los dos últimos años. En ocasiones las personas salen voluntariamente por la puerta, en otras hay que darles el empujoncito, de cualquier manera cuidar tu entorno y tu energía, siempre valdrá la dicha.

Si me he alejado hasta de mi mamá cuando lo consideré necesario, de cualquiera lo haré sin dudarlo. Y siempre aclaro que mi mamá es un ángel, nadie que la conozca dirá lo contrario, pero han habido momentos, en que he sentido que debía alejarme y lo he hecho.

Uno de esos momentos fue cuando me diagnosticaron el cáncer, yo sabía que mi mamá se iba a derrumbar, no la quería ver llorando ni sufriendo, aunque debo confesar que esa no fue mi principal motivación, mi prioridad fue cuidar mis energías y mi enfoque para sanarme.

Si le decía a mi mamá, tendría que hablar del tema, decirle como estaba, y se iban a enterar cientos de personas en su iglesia, y no quería esa energía sobre mí. Todo hubiese sido con muy buena intención, pero igual no me servía para la decisión que había tomado, y que gracias a Dios, salió como yo lo esperaba. 

Quería enfocarme en sanarme, emplear todas mis energías, palabras, afirmaciones, pensamientos y recursos en lograr mi sanación plena, no podía permitirme estar pendiente de nadie más.

Si tienes que elegir, elige por ti, no es loable, ni heróico, ni menos sensato permanecer en un lugar que nos roba la energía, solo por la frase de “familia es familia”.

Esa frase es buena ejercerla para disfrutar, amar y honrar a las buenas familias, no para usarla como una sentencia de muerte y de aguante.

Y si aplica para la familia, más rápido aplica para amigos, compañeros de trabajo, vecinos, etc.

Estas reflexiones o posiciones ante la vida, seguramente no son bien vistas por algunos, pero en realidad  ya no espero que me den la razón, pero sí que validen mi emoción, no es “tienes razón Thamara”, que en ocasiones luce como necesario. Es un “lamento que te hayas sentido así, no era mi intención lastimarte, no había visto las cosas desde ese punto de vista”.

Eso es validar una emoción, hacer sentir al otro visto, y comprendido. Hacerle sentir que lo has oído, y tomar en cuenta aquello que es importante para esa persona. Porque si te digo «oye, me estás lastimando, me estás pisando» y me pides perdón, pero sigue haciéndolo, ese «perdón» no vale de nada.

El verdadero perdón es la genuina intención de no repetir la acción que ha causado el daño.  

Cuando este regalo de la validación no se encuentra en una relación, deberíamos darnos el regalo de la distancia, y en aquellos lugares en donde sí lo tenemos, esos brazos y esos abrazos hay que honrarlos.  

Hace poco, mandé al carajo una amistad de casi tres décadas, me dolió mucho, lo sentí casi como un divorcio, pero pensé que era lo que tenía que hacer.

Pasó algo relevante, y esa amistad de toda mi vida no mostró amor, ni tan siquiera empatía por mí. No solo eso, hasta la lealtad estuvo tibia, y lejos de una disculpa, recibí ataques, y se podrán imaginar la cantidad de información de ti, que tiene una persona que ha estado casi 30 años en tu vida.

Esa información la usó para justificarse, para atacarme, jamás esperé eso, yo la amé y la honré de todas las maneras posibles en que se puede amar y honrar a una amiga, y no me sentí en lo absoluto correspondida.

Yo sé que ella no se esperaba que fuera yo la que dijera que nuestra amistad había llegado a su final, fui siempre un amor firme e incondicional para ella, pero este camino del crecimiento personal es así, impetuoso para defendernos, y propicio para la autoestima.

A lo largo de los años, ante decepciones que he sufrido, me he debatido si cambiar algunas cosas de mí que considero buenas, para protegerme o tratar de evitar que me lastimen, y he llegado al acuerdo con Thamara de que mantendré mi esencia, pero elegiré con cuidado a quien entregársela.

No con todos somos iguales, no le regalamos la tolerancia y las nuevas oportunidades a todo el mundo, creo que tarde, pero a tiempo he comprendido que la confianza se entrega a quien se la gana.

Hay algunos que no merecen una segunda oportunidad, hay otros que ni siquiera la primera, y también tenemos la bendición de contar con personas que las queremos de por vida en nuestras vidas.

Porque como dijo Jean Paul Sartreyo soy como tú me miras”.

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