Generalmente cuando vamos a hacer algo, la frase recurrente que escucharemos es «piensa bien lo que vas a hacer». Yo la verdad nunca le he prestado atención a esa frase, y suelo desestimar la importancia del tiempo para tomar acción o decisión. Y es así, como sin saberlo llevo años conectada con algo antes de saber que existía y como se llamaba, la contraintuición.
Siempre ilustro mi velocidad de respuesta diciendo que me pidieron matrimonio a los 15 días de noviazgo, y 45 días después, es decir a los dos meses de noviazgo, ya estaba casada con el padre de mis dos hijos. Esa unión duró 10 años, y realmente no creo que habría durado más de haberlo «pensado bien» antes de casarme.
Albert Einstein decía «No podemos resolver nuestros problemas en el mismo nivel de pensamiento en el que los creamos», éste evolucionado hombre de ciencia fue un pionero de la contraintuición sin duda alguna. Así que eso de «piénsalo bien» podría ser no solo de exiguo beneficio, sino la razón del problema.
Me conecto más con el sentir que con el pensar, porque mientras la mente podría traicionarnos y hasta sabotearnos, el corazón contiene la magia y con acierto y sutileza nos hace sentir en paz cuando hemos tomado la decisión correcta. Bien valdría aprender a reconocer esa emoción.
Cuando deseo saber si algo viene de Dios, intento conectarme con el sentimiento que me produce pensar en que ya tomé la decisión, y generalmente la paz la recibo en el pecho y el «quédate quieta que esto no viene de Dios» lo recibo en el estómago. A veces a pesar de sentir esa cosa maluca en el estómago y como ese peso en la parte alta de la espalda, digo que sí, para luego preguntarme ¿Que carajo hice?.
Así que en mi experiencia el sentir vale más que el saber, y el corazón pesa más que la razón. La biblia dice «Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón porque de él mana la vida» Proverbios 4:23 y «En el agua se refleja el rostro, y en el corazón se refleja la persona». Proverbios 27:19
Nuestros padres lo hicieron con nosotros, y nosotros lo hicimos con nuestros hijos, desde el amor pero también desde el desconocimiento, les hemos enseñado a que «deben pensar bien las cosas» bien sean las decisiones o los problemas para que puedan ser resueltos.
Por fortuna la neuroplasticidad nos da la tranquilidad, la oportunidad y la esperanza, al saber que nuestro sistema nervioso puede generar cambios adaptativos y que el tejido nervioso se puede reorganizar. A partir de nuevos hábitos de vida, podemos crear nuevas conexiones neuronales, y cambiar cualquier patrón mental o hábitos adquiridos. Así que, «Loro viejo SÍ aprende a hablar»
Así que la próxima vez que tengas delante de ti un proyecto que te emocione ¡hazlo!, la próxima vez que te provoque abrazar a alguien, ¡abrázalo! y la próxima vez que te digan «piénsalo bien», quizás mejor sea solo ¡sentir!. Grábate éstas tres palabras: Contraintuición, epigenética y neuroplasticidad, seguiremos tomando café con ellas.
Algunas personas piensan y actúan emocionalmente pero otras son racionales. Creo debe existir una interacción en la vida, ya que el hubiese no existe. Un placer haberte leído
La contraintuición podría ser el inicio de todo cambio relevante, llevarle la contraria a la lógica es un desafío muy grande para el común de las personas✨
Visitar espacios que despeinan las ideas y nos tambalean los muros mentales, puede ser el inicio de la magia ✨
Gracias por leerme 💛✨✍🏻